sábado, 22 de abril de 2023

Nuevo Blog

Estimades lectores ocasionales de Escondete! Les comparto un nuevo blog de lectura, donde subiré mis relatos. Saludos 


https://yuyitocosmo.blogspot.com/

viernes, 24 de febrero de 2023

Bajo el sol tremendo

La próxima vez no revolees la ropa tan lejos. No lo encuentro por ningún lado. Ya lo busqué debajo de la cama, en los pliegues de la sabana, sobre los muebles, pero no aparece.

No quiero excusarme, pero la voz aguardentosa de Antonio Fernández Llorente, no me ayuda en lo más mínimo. Yo probaría con Animal Planet o Discovery Kids la próxima vez. Hay que buscar otro sonido de ambiente.

La verdad es que veníamos bien, pero el hecho de levantarme, tener que ir a cerrar la puerta, prender la tele, no sé, me sacaron del clímax…  Quizás debamos asumir un margen de riesgo más alto, como se dice, un peligro inminente. ¿No te parece? El factor psicológico en el sexo, como en las películas de Hitchcock, es primordial.

¿No vas a decir nada? ¿Sólo vas a seguir jugando al tetris? Ya sé que no puedo ir al baño desnudo. Chocolate por la noticia. Aunque las probabilidades de cruzarme con C son ínfimas, no voy a tomar ese riesgo.

Tuve una imagen, era como si en pleno acto sexual, mi alma se hubiese elevado hasta el techo. Desde allí observaba a los dos. Tú, mirando con tus ojos de iguana mi glúteo izquierdo. Yo, nadando desnudo en el tumultuoso océano.

No sé que me asustaba más: no tener una tabla, de la cual sostenerme, o el color blanco teta de mi piel bajo el sol tremendo.

martes, 17 de enero de 2023

Diario de viaje a Calamuchita

 

“Al final Jesús era un copado. Era re hippie. Sus fans son medios forros” Cielo.

El Durazno

Foto panorámica del Durazno by Cielo


  Luego de un viaje extenuante, llegamos a los valles de Calamuchita, más precisamente al Durazno. Como ustedes sabrán, el Durazno es una pequeña aldea de Villa Yacanto, que se encuentra al pie de las sierras de los comechingones, atravesada por un río de nombre homónimo, de aguas frías y cristalinas.

 El río, que tiene cascadas, playas y ollas de agua color verde esmeralda, está rodeado de fresnos, espinillos, pinares verdes y un cordón montañoso de fondo.



Comentarios del Camping “Doña Layda”.

  “Este lugar no cuenta ni con la más mínima infraestructura. Lo cual, sobre todo, para aquellos que no sufren privaciones, ni las han sufrido, contribuye a la mística del lugar o a su disfrute sustentable. Nada que ver, ecología mal entendida o el drama del turismo en barrios vulnerables y con precios por día en dólares. No te dan nada y te cobran todo, literal. La carga de celular cien pesos, los 100 gramos de papa fritas Marolio cuatrocientos pesos. ¿¡Qué se le va a hacer!? Ni el administrador del camping es consciente que no tenía luz eléctrica por falta de inversión pública, afirmaba que era una característica de las zonas de montaña, un pendeviejo, con gafas espejadas, cual Nico Magaldi, conductor del canal KZO” . Después nos preguntamos porque funciona tanto el discurso “hueco” de la derecha, con todos los streamers y los giles como voceros…”

  “Te cobran siete mil quinientos pesos por dejarte poner la carpa en un pedacito de tierra. Si me pongo hacer cuentas, serían 225.000 pesos por mes, por cuatro metros cuadrados. Por ese precio podría vivir en Santa Fe y Las Heras, con amenities muchachos. La maldita cultura neoliberal se convirtió en sentido común para las clases populares cordobesas. El Estado brilla por su ausencia y el capital, sólo el capital, desarrolla sus inversiones para la clase turística pequeña burguesa; mientras tanto, los trabajadores debemos ir a un baño químico y limpiarnos en el río.

Día 2

  Después de bañarnos en el río de los comechingones, cobramos algo de fuerza y bajamos por la ruta serpenteada hasta Santa Rosa de Calamuchita. Al llegar, el pueblo estaba lleno de turistas, luego de recorrer y preguntar y preguntar, pudimos conseguir un Dormis para tres personas en el Camping “Los Álamos”. ¡Qué alivio para nuestros cuerpos! Apenas toqué el colchón, mis músculos se rindieron y pude dormir como un bebe recién bañado la noche entera.

  “Este lugar es para aquerenciarse” dijo Gripi.

Camping “Los Álamos”

  El camping Los Álamos, es súper accesible y cómodo, cuenta con dos quinchos, cocina industrial, heladeras exhibidoras para guardar bebidas y alimentos, baños con bidet; vuelvo a repetir “bidet”, lo cual tanto a Gripi, Cielo y a mí, nos parece un acto de generosidad enorme. También cuenta con duchas grandes e individuales, y lo mejor de todo, acceso directo al río Santa Rosa.

El Pueblo

  Los caminos de tierra se bifurcan y se vuelven a unir en Santa Rosa. El pueblo es boscoso, de una vegetación exuberante. Hay puentes colgantes y badenes para que el agua corra. El centro comercial está explotado de turistas. Se ve que el lugar es muy concurrido por santafesinos y cordobeses. Hay un bowling, fichines, un Banco Córdoba, un Banco Santander, una parroquia y muchísimos negocios.

“Las piedras en el río parecen papas en la sopa” Gripi.



Radio Calamuchita

  “Solo te puedo decir que me cagaste la vida...” Los cuartetos que suenan en radio Calamuchita tienen todos la misma temática “Yo me enamore de ti, sin saber que no me querías”. El chabón despechado, le canta a la mujer que lo lastimó, que lo abandonó. Muchachos, tratemos de salir del lugar de víctima. A nadie le interesa que te hagas el sufrido, campeón.

Supermercado Efa

  En la fila de la caja del supermercado Efa, nos cruzamos con una viejita hermosa, que buscaba una mayonesa en la góndola.

 “Lo que pasa es que hoy tengo visita” dijo la señora que tenía una sonrisa espléndida y unos aros con forma de margarita en sus orejas.

 “Vienen mis nietos de Neuquén” agregó.

  La señora tenía pelo corto y un pulso eléctrico. Yo, que me contagie de su energía, exclamé:

 “¡Qué suerte la de ellos! Tienen la mejor abuela del mundo” dije y ella me miró como quien recibe un piropo.

“¿Usted es de Calamuchita?” le pregunté.

“Si nací acá, pero después viví cincuenta años en Rosario”.

“¿Volviste para tus pagos?”

“Claro muchacho, volví para entregar el esqueleto a mi tierra” me contestó y se marchó, dejándome de regalo su sonrisa espléndida.

En el río

  Una pareja de cordobeses y su hijito se acercaron a nosotros. “Me voy a meter” dijo el niño. La madre, bien moza, le contestó: “Dale, a la noche, te recogemos por el centro”. Mientras tanto, el padre sostenía orgulloso su vaso de calimocho y la camiseta de Belgrano de Córdoba se relucía dorada y celeste en su pecho. “Nada más parecido a los vecinos lanusenses, que los vecinos del barrio Alberdi” pensé.

  A orillas de río, empecé a witearle a un pinchón de mirlo, casi me come de la mano una galleta.

Moringa tour

  En el baño del camping Los Álamos, me encontré con la mamá de Miley. Hay un drama del que pocos hablan, el ir hasta el baño del camping, llevar el cepillo pero olvidar la pasta de dientes. Hay dos caminos, volver a la carpa, violín en bolsa y quedar como una dispersa; o pedir ayuda. Fue la segunda opción, la de un Estado social en funcionamiento, me encontré con la señora más simpática del camping, que además, hay que decirlo, altamente mejorada del producto nazi mediático, los rasgos físicos no se eligen, es cierto, a los padres tampoco. Pero así fue. La señora era bajita y con una sonrisa contagiosa:“Cuando me despierto soy igual a Miley”, y si, la nariz repingada, los ojitos color del agua de Disney y unos pirinchitos canosos conformaban la carita de la súper pariente más cercana de nuestro muñequito Jack de Hitler. Soberana la señora me alcanzó su pasta Close up. No quiero exagerar, así está la Argentina. Mientras su hijo anda arengando los resentimientos más ásperos de las clases aspiracionales argentinas, allí está su madre, haciendo socialismo dentífrico en un camping de Santa Rosa de Calamuchita, sin twitear, pero cambiando el mundo a su modo, bajo el lema “Ponerse en el lugar del otro”.

Como el océano

  El río siempre es cambiante. A veces su cauce desborda, otras veces, se seca. Nunca se sabe cómo va a estar. Ayer, luego de la tormenta, la corriente del río era torrentosa, pero hoy está calma y ésta condición me permitió alcanzar una ojota de una adolescente, que corría río abajo. Aunque me rompí el dedo con una piedra, la atrapé. Claro que sí.

  El Yo también es siempre cambiante, como el río, no está atado, cual árbol a sus raíces. No le creas nunca a aquellas personas que te condicionan con sus expectativas, y libera a todas las personas de las tuyas.

  Vos podés ser otra persona, siempre y cuando te enfoques en eso. Obvio, hay personas que la tienen más difícil que otras. Ya sea porque tienen una familia endogámica absorbente; o tal vez, porque no cuentan con la ayuda necesaria, ni con un entorno propicio. Pero la posibilidad de cambio está siempre abierta. Como el río, que está en perpetuo movimiento, vos podés convertirte en la persona que desees, como el río se convierte en océano…

Regreso sin aire acondicionado

  Nuestra estadía en Santa rosa se acabó. El domingo a primera hora nos pegamos la vuelta para la ciudad de Monte Grande. Nuestro camino de vuelta fue distinto al de ida, siempre es así, el camino se transita pero sobre todo se siente. Por una confusión del piloto y de la copilota y del buscador del Waze, terminamos agarrando Ruta Nacional 8. Aunque no tiene doble mano como la Ruta Nacional 9, es mucho más fresca, ya que está rodeada de árboles añosos y de plantaciones del dólar soja, verdaderamente refrescan un poco más el ambiente. En cambio, la ruta 9, es una plancha de cemento que junto al sol, te calcina como a una suculenta en un balcón francés del barrio de Constitución.

  “Julián Alvarez corazón” Cielo.

  “Antes de llegar a San Andres de Giles, está el pueblo de Heavy, que buen lugar para el recital rencuentro de Hermetica” Mauro.

Cierre despacio

  Es lindo encontrar un paraje en el mundo, una buena y sanadora parada. Santa Rosa de Calamuchita fue descubierta en ese plan, parada acogedora en los veranos, los inviernos, los otoños y las primaveras desbordadas.

  En estas vacaciones hubo muchos de estos aprendizajes, uno de los más luminosos es ese. En los primeros viajes flasheas que vas a encontrar tu lugar en el mundo, que alguna señal del universo te va arrastrar al cambio de tu vida. Pero con el tiempo te satisface mucho más que el centro quede cerca, que la carga del celular no sea con costo y con cola de gente en el horario de siesta. En Santa Rosa encontramos la templanza de los cincuenta largos, lugar al que todavía no llegamos, pero en el que creemos como en Los Reyes Magos. Hay muchas señales que evocan ese pasaje definitivo a la sabiduría y la templanza. El fresquito que sube desde el río cuando oscurece, el cambio de iluminación sincronizado que desparrama una sábana húmeda y oscura desde el cielo, las luces de navidad que tienen colgadas todo el año en lo alto. Sus piedras gigantes que en el medio del río te convencen de meterte y te auxilian en los mareos furtivos de las sierras, mojarte cien veces, secarte cien veces en las piedras enormes. En esas piedras estaría pensando Sartre cuando escribió El Ser y la Nada, aunque el museo de Calamuchita no lo tiene documentado.

Hemos dicho, Escondete!

lunes, 2 de enero de 2023

¡Monito, las pelotas!


  (Texto seleccionado por el Instituto de Cultura de la Provincia de Bs As para participar de una antología literaria sobre el mundo del trabajo).

    11/2018

  El domingo a la noche daba vueltas en el comedor, cuál perro que se quiere morder la cola y no puede.

 -¿Qué te pasa Mauro? -me preguntó Griselda, mi pareja.

–Es que mañana me tocan “los angelitos de Villa Jardín” y no sé qué clase voy a prepararles -. Contesté, mientras revolvía viejos papeles del profesorado.

  Como ustedes imaginarán, “los angelitos de Villa Jardín” lo dije en tono irónico, más que angelitos, son pequeños diablillos de segundo año, nivel secundario, de la escuela Nº 62, del barrio Villa Jardín de Lanús Oeste.

  La última vez que había estado con ellos, fue antes del receso escolar y sinceramente quedé traumado.

  Les cuento como fue la historia, la podrida se armó a la salida de la escuela (tengo Construcción de la Ciudadanía las dos últimas horas de los lunes con ello/as), el alumno X tomó un cascote y lo alzó sobre su cabeza, al verlo, se me puso la piel de gallina, tuve que persuadirlo durante veinte minutos, para que X no arrojara el cascote sobre mi auto (de por sí, nunca entendí el acto político del pibe, mi auto no es ostentoso, no da ganas de tirarle una piedra, más bien da ganas de pasarle un trapo). Recuerdo que sus compañeros, miraban la escena, como espectadores de un combate entre pugilistas. “Rompele todo a ese gato” gritó un alumno de tercer año. Por suerte, un vecino del barrio, se acercó para darme auxilio: “¡X, anda a tu casa, sino llamo a tu tía!” Con esta oración imperativa, el pibe se marchó. El buen hombre me salvó. Por supuesto que abracé al señor, para demostrarle mi total agradecimiento al gesto solidario que tuvo para conmigo.

  No me mal interpreten, los pibes son puro corazón, no es que me caigan mal, todo lo contrario, pero viven en un contexto social muy violento, ustedes comprenderán. No es que me tengan odio a mí, sino a la sociedad de mierda en la que vivimos. Y a mí como profesor me toca poner la carita. ¿Qué le voy hacer? La cosa es que siempre están arrojándose cosas entre ellos, o en su defecto, están arrojándome cosas a mí.

 –¿Para qué vas? -me preguntó Griselda, cansada de mi perorata.

 -¡No vayas más! -me alertó.

 -¿Realmente, vos crees que con dos horas por semana vas a cambiarle la vida a alguien? -Me preguntó Gripi.

 –Eso ya lo sé, Grisel -dije y continué -pero no estoy dispuesto a perder las dos horas. En primer lugar, porque necesito la plata, y en segundo lugar, no quiero darme por vencido de buenas a primeras -le contesté.

  Para que tengan una idea, es una escuela que no tiene Director/a, ni Vicedirector/a, sólo tiene Secretaria, que es una genia. Gracias a ella y todos los profesores, que nos ayudamos mutuamente, hacemos la vida escolar más llevadera. Pero no basta, la realidad social entra por la puerta con la tempestad de una gran tormenta.

  Me senté en mi cama y concienzudamente me puse a pensar una actividad práctica para trabajar con los “angelitos”. Ya había probado distintas estrategias: encuestas, crucigramas, cuestionarios, collage, ninguna de estas estrategias me había dado resultados. En un momento, recordé que una vez, sólo una vez, tuvimos una clase pacífica y productiva. Me acordé  el contenido que había dado en esa clase, era sobre los “Derechos del niño”.  En ese momento, no se me ocurrió mejor idea que utilizar como recurso la película: El Pibe (Charles Chaplin, 1921). Recuerdo como G, un chico que siempre se mostró desafiante frente a mí, lloró solapadamente, en la escena en que los dos oficiales del orfanato del condado, le sacan el niño a Chaplin, que interpreta a un vagabundo, que hace de padre adoptivo del pibe. Una de las mejores escenas de la película, sin lugar a dudas, sin olvidar la secuencia onírica que tiene el vagabundo con el ángel de la tentación, - que interpreta Lilita Grey-.

  ¿Por qué no trabajar con otra película? Me pregunté y empecé a buscar  en una caja de zapatillas llena DVDS, que tenía olvidada arriba del armario. ¡Bang! Allí la encontré: Gatica el mono (Leonardo Favio, 1993). Con esta película puedo abordar el peronismo como hecho histórico y político significativo de nuestro país, ideal para una materia como Construcción de la ciudadanía, pensé instantáneamente. -¡Ya está! ¡Cerrame la cuatro! -grité y me puse hacer una guía de preguntas sobre la película.

  Con la clase planificada y la sala de videoteca reservada  por mensaje de  wathsap, me trasladé más confiado el lunes a la escuela. Cuando llegué, el hecho de que la secretaria me haya contado que X no había concurrido a clases, aunque suene cobarde y mezquino, me hizo sentir  más aliviado.

  Cuando  vi a los estudiantes, les dije: - Agarren sus mochilas que vamos  a la videoteca-. Ya de entrada la alumna  A golpeó con su puño izquierdo el rostro del alumno C, luego los alumnos D y R  comenzaron a tocar unos instrumentos musicales. Mi planificación de clase se derribaba como un castillo de naipes. Con mucho esfuerzo, pude controlar  la situación, recién después de los títulos del inicio de la película. Al principio estaban inquietos, pero cuando escucharon el diálogo soez, entre el Mono Gatica y su amigo de la infancia, el Ruso. Empezaron a reírse de manera estentórea y  se metieron de lleno en la peli, salvo dos estudiantes, que se distraían, boludeando con sus celulares.

  Tampoco voy a exagerar, prestaron atención la primera parte de la película, que es muy buena, que describe la infancia del boxeador,  pero después, para ser sincero, se aburrieron un poco.

  Cuando apagué la tele, corté justo en la parte que Gatica se casa con la mujer bala, personaje que interpreta una actriz colombiana, llamada Kika Child. La cosa es que cinco minutos antes que suene el timbre, les pregunté:

 -¿Por qué creen ustedes que le molestaba tanto a Gatica que lo llamen monito?

La respuesta me llegó de manera inesperada. La estudiante A, que es una chica que se sabe defender del atropello machista con sus propios puños, o sea, a más de un machito ha fajado, se paró y dijo actoralmente:

 -¡Monito las pelotas, a mí se me respeta!

 -¡Ja,já! -Todes reímos de su elocuencia.

 

lunes, 12 de diciembre de 2022

Como saco de arena

Crepúsculo en el camping Suteba de Necochea. Por Cielo.


  Me he dado cuenta que un montón de personas la pasan mal cuando acampan en un camping, se meten en el océano, o se duchan en un vestuario público. Yo creo que el problema es que nunca entendieron el verdadero concepto de cómo estar en esos lugares. El camping puede estar lleno, inclusive las carpas pueden estar pegadas una al lado de la otra; sin embargo, esta condición puede ser una gran posibilidad para conocer al vecino, pedirle un abrelatas, prestarle un poco de carbón, el destapador, inclusive pegar espalda contra espalda, para poder sentarse en cama india , mientras se degustan los fideos aldentes a la pomarola. Es cierto que para llegar a ese nivel de hermandad, es necesaria una humanidad desbordante en ambos vecinos campamenteros. A mí me paso una vez sola.

  Vayamos a los artículos de camping, qué más da que no tengamos colchón inflable, almohada o reposera. Por supuesto que son dispositivos que ayudan a la comodidad del campamentero. Pero quiero decir una cosa, la verdadera clave para lograr la relajación campamentera, es saber plegar el cuerpo a la superficie que sea. Por ejemplo, ahora mismo, estoy escribiendo este ensayo debajo de la sombra de una multitud de pinos delgados y tambaleantes por el viento. No necesito mesa, ni silla; una mantita sobre el pasto seco, una birome y un cuaderno falopa, me bastan para recrear mi cuerpo mente y alma.  

  Por último, el océano, esa masa de agua sonora, ondulante y enérgica. ¿Cuándo se cansará el océano? Veo como los bañistas confrontan las olas, como si fueran gladiadores del coliseo, cuando en realidad, lo que debe hacer uno, es recostarse suavemente sobre el agua febril y turquesa y dejarse llevar por vaivén de las olas. Florar, flotar, cual nube en un cielo de tormentas.

  ¿De qué sirve tener el cuerpo rígido y nervioso en el vestuario público? De nada, uno tiene que aprender a soltarse como saco de arena en la superficie que sea.

  Hemos dicho, Escondete!

jueves, 1 de diciembre de 2022

Camina

Para Camilo

 

Avanza, no te detengas, no mires.

Aunque se te aflojen las piernas, camina.

¡Por Dios, no te voltees, resiste!

Ni lo pienses, recuerda: ya no eres el mismo.

lunes, 28 de noviembre de 2022

El adulto verde

 

Por favor no repitan más esas frases como si fueran loros. Ya sé que se supone que uno debe ser feliz, o hacer todo lo posible para serlo. Chocolate por la noticia.

Cuando era niño, era generalmente feliz, o al menos estaba casi todo el tiempo dispuesto a serlo. Sabía perfectamente que hacer para alcanzar la felicidad. Abría la puerta de mi casa y me iba a jugar a la pelota con los pibes. La coca de vidrio bien fría, la amistad, la gomera, los perros y la pileta, me bastaban para ser feliz.

El tiempo pasó y me convertí en un adolescente y aunque se me llenó la cara de forúnculos y se me ensanchó la cadera, mi gran círculo de amigos y mis múltiples actividades sociales y deportivas, sostuvieron mi frágil felicidad.

El problema surgió cuando me convertí en un adulto verde. Para que lo entiendan, es esa etapa de la vida, muy característica de algunas personas, que ya no son más adolescentes, pero tampoco son adultos de veras. A mí me duró desde los veintidós años hasta los treinta y tres años de edad aproximadamente. Es esa etapa donde se te escapan las certezas como el jabón de las manos. Uno comienza a dudar de todo, hasta de su propio apellido. Conocí una compañera en la facultad, que era físicamente muy similar a su mamá, su mismo pelo rubio, su misma nariz respingada, su mismo cutis blanco, no había ninguna razón para dudar de su identidad biológica; sin embargo, su profundo malestar y el pésimo vinculo que tenía con ella, la llevó hacerse una prueba de ADN a las Abuelas de Plaza de Mayo, para verificar si era hija de desaparecidos. (Obviamente los resultados no coincidieron). Bueno, su adultez verde no terminó allí, mi amiga después se enamoró de un cura, pero como dice Santo Biasatti, ese es otro tema.

Perdonen la digresión, estábamos hablando que el adulto verde, o como ustedes quieran llamarlo, comienza a dudar de todo, hasta de su propio apellido y que en esa crisis identitaria va tratando de avanzar en la vida, llevándose puesto a varias personas y a él mismo al infierno.

Quiero recalcar algo importante, una característica distintiva de los adultos verdes, es que suelen emplear un montón de tiempo y muchísima energía en lograr objetivos, que al fin y al cabo, no le interesan. Yo, por ejemplo, estudié un año y medio la carrera de Martillero Público. Mientras estudiaba Marketing, Derecho comercial, Tasaciones y Subastas, me convencía a mí mismo, diciéndome que iba a ser redituable, que tenía una gran salida laboral, que iba a ganar dinero, bla, bla, bla. Por suerte, la lectura del libro: ¿Qué es la propiedad? De Pierre Jospeh Proudhon, me advirtió que esa carrera no tenía nada que ver conmigo.  

Durante mucho tiempo reflexioné sobre éste tema y pensé que quizás una de las principales causas de mi adultez verde, era que mi “Súper Yo” tenía en cautiverio a mi “Ello”. Pero no estaría en condiciones de afirmarlo, porque como ya les dije, no estudié la carrera de Psicología, sino la de Martillero Público, un año y medio.   

Ahora qué, verdaderamente soy consciente del paso del tiempo y que ya no soy más un adulto verde, por lo menos, verdaderamente eso creo. Puedo afirmar, que recién empecé a cambiar algunos años después que perdí a mi gente. Mi familia nunca fue fácil. Pero siempre fue incondicional. Mi papá, mi abuelo y mi abuela, tres piezas esenciales para mí, se cayeron como fichas de dominó una arriba de la otra. La muerte en cadena de ellos, me dejó deshauciado como un pollito en medio de la carretera.

Quizás, uno debe convertirse en cenizas para regenerarse como el ave fénix. O mejor aún, uno debe decidir como las águilas, dejarse morir o enfrentar el doloroso proceso de regeneración. Bueno, yo elegí volar hacia lo más alto de la montaña y golpear mi pico viejo contra la piedra, hasta arrancarlo. Luego, me guardé en el nido un buen tiempo, hasta que obtuve un pico nuevo y unas garras bien fuertes.

Volviendo al comienzo, les pido por favor, no repitan más esas frases, “Debes ser feliz, no perfecto”. “Ve tras tus sueños” y un montón de cursilerías por el estilo, que suelen repetir en cumpleaños, reuniones familiares y fiestas. ¡Basta! Ya bastante desazón tienen nuestros adultos verdes para que le sumemos más ansiedad a sus problemas. Nadie tiene la fórmula para ser feliz. ¡Nadie puede saber cuál es su misión en la vida, siendo un adulto verde! Yo, humildemente, que pasé por eso; en primer lugar les aconsejaría a los adultos verdes hacer ejercicios físicos; en segundo lugar, reunirse con gente, aunque no sean amigos verdaderos, es muy importante relacionarte con gente; y por último, escribir sobre ti mismo, sobre tus pensamientos, trata de escarbar sobre tu inconsciente, trata de conocerte a ti mismo.