domingo, 28 de junio de 2020

El gordo Pierre




La fuente. Marcel Duchamp.




   Nunca me voy a olvidar cuando la ex bailarina Eleonora Cassano, que oficiaba de conductora televisiva en la fiesta del Bicentenario argentino en el teatro Colón, dijo: “Estaría bueno que al Colón venga todo el mundo, o sea todos, hasta los taxistas, ¿No?...” (Sic). En ese momento no supe comprender bien porque me molestaba tanto esa frase de Eleonora Cassano, pero con los años, gracias a la lectura de la obra del sociólogo Pierre Bourdie, pude comprenderlo.
   Lo que más me molestó fue, en primer lugar, que mi padre era taxista. Pero sobre todo me ofendió, la violencia simbólica que encerraba esa frase hacia las clases populares: “Estaría bueno que venga todo el mundo, hasta los taxistas”.  Como si visitar el teatro Colón, puesto que su visita era gratuita, los únicos excluidos fueran los que se excluyen a sí mismos. Como si el hecho de no acceder a los bienes simbólicos culturales, fuera el resultado de la poca voluntad que tienen los trabajadores de ir al teatro o al museo, en este caso específico: los taxistas. Para terminar con este tema, hacer referencias a las “necesidades culturales” como si fuesen “necesidades primarias” es muy sonso, es como esconder debajo de la alfombra la verdadera desigualdad frente a las obras culturales, el producto de una educación, o mejor dicho, el “habitus” de clase, diría Bordieu.   
  Hablando de sonseras, seguramente ya escucharon o leyeron hasta el hartazgo, el mote de “literatura del conurbano”. El sábado estaba escuchando la sección de literatura de la escritora Claudia Piñeyro, en el programa de radio de María O´Donell, que hablaban del pequeño boom editorial, o algo sí, de escritores del conurbano y mencionaban la novela “Cometierra” de Dolores Reyes, “Kriptonita” de Leonardo Oyola y… no sé cual más.
  Bourdieu tiene un libro que es esclarecedor, nos permite comprender diversos fenómenos sociales ligados a la producción y consumo de bienes simbólicos. El libro se llama: “El sentido social del gusto”, se los recomiendo, sobre todo, a las personas que se realizan las siguientes preguntas: ¿Quién es un escritor o escritora? ¿Quién hace a un escritor/a/e? ¿El arte puede enseñarse? Y otras preguntas por el estilo. A mí este libro, me permitió entender, entre otras cosas, que el mundillo de la Literatura obedece sus propias leyes. Quiero decir, en este mundillo, hay distintos escritores que realizan apuestas, estrategias, hay relaciones de fuerza, luchas, alianzas y capital simbólico acumulado. ¿Qué quiere decir Bourdie con capital simbólico acumulado? Hace referencia a les “escritores célebres”,  les escritores “reconocidos”, “premiados”,  les escritores que alcanzaron a tocar con la punta de los dedos el capital simbólico.
  Abro un  paréntesis, hablando de escritores premiados en concursos literarios: ¿Alguna vez llegaron a la siguiente reflexión? Que la lista de escritores premiados en un concurso, obviamente, se decide eligiendo quiénes serán los jueces; y peor aún, la elección de los jueces, lo decide una sola persona, la persona que organiza el concurso, que generalmente es dueño de una fundación o editorial. Después se quejan del despotismo del poder judicial, bah, no sean hipócritas... Perdonen la digresión, pero era algo que quería decir, lo tenía atragantado.
   ¿En qué estábamos? Ah, ya sé, estábamos hablando de escritores célebres, de Claudia Piñeyro por ejemplo, que escribió una novela que fue bestseller “Las viudas de los jueves”, estábamos hablando que esta escritora “célebre”, recomendaba escritores del conurbano: Leonardo Oyola, Gabriela Cámara, etc… Como si el conurbano fuera algo tan fácil de encerrar o catalogar, como sí un escritor en el Barrio Esperanza de Ingeniero Budge, tuviera las mismas condiciones sociales de existencia, que un escritor del country Saint Thomas en Canning.
   Pero no me quiero dispersar, ese es otro tema, vuelvo agarrar las herramientas que me prestó Pierre Bourdieu y me concentro en mi tarea. Les escritores que detentan el capital simbólico, diría nuestro amigo el gordo Pierre, pueden producir efectos simbólicos, pero también efectos económicos. ¿Qué quería decir Bourdieu con esto? Que los agentes culturales hegemónicos, llámese escritores célebres, periodistas, críticos literarios, agentes editoriales, referentes culturales, otros. Tienen una etiquetadora manual de precios, sí, como lo leyeron, cual repositores de supermercados, pero en vez de ponerle el precio a la yerba, leche, huevos, estos vástagos de los círculos literarios privilegiados, se lo ponen a las novelas, cuentos, poemas.  
   Yo tuve la posibilidad de leer a estos nuevos escritores de la “Literatura del conurbano”. Más allá que con algunos me enganché más que con otros (“Cometierra” la leí en una semana. La autora describe a la protagonista "Cometierra" de una manera magistral). Sin embargo, todes estos escritores que escriben muy bien (sobretodo Dolores Reyes), tienen algo en común, sus personajes reproducen sus condiciones de dominados, de explotados, sus estigmas, como si fueran meros sujetos sociales oprimidos, a los cuales, nunca se les ocurre idear lazos de solidaridad, ni de resistencia colectiva. Todas sus carencias, estos personajes intentan resolverlas de manera mágica o clandestina. Casi todos consumen drogas, todos se relacionan con sus vecinos violentamente, a cuchillazos, a botellazos, a patadas limpias. Todos cometen hechos delictivos o son cómplices de delincuentes. Muchos se tienen que exiliar del barrio, porque los buscan. Algunas veces, los protagonistas cuentan con cualidades sobrenaturales, pero no deja de ser un poder individual, cual superhéroe del conurbano. La típica historia marginal, que le gusta contar una y otra vez a la clase social hegemónica sobre la cultura popular. El mismo mensaje re contra archí híper conocido, que vienen difundiendo sobre las clases populares hace tiempo.
   No creo que haga falta agregar mucho más sobre este tema, si vieron la serie de Téves ( un cliché tras otro) en Neftlix, pueden entenderme perfectamente. Se salva uno solo y todos los demás siguen viviendo (con suerte) en el pozo, pantano, miseria, o algún otro nombre similar, que le ponen al barrio. La novedad es, que antes estás historias las contaban los escritores de la clase pudiente, ahora las cuentan escritores de clases subalternas, condición que le da más credibilidad a la obra. En realidad, los únicos que se salvan en estas historias, son les autores de estas novelas.
   Otra cosita, para ir cerrando, que la tengo en la punta de la lengua: la próxima vez que hablen del conurbano, a vos María O”Donell, que estás ahí porque tu papá y tu tío tienen el mismo apellido que vos, cual familia dinástica… Si Bourdieu te hubiera conocido, te hubiese puesto de ejemplo en cuestiones de habitus de clase, sin lugar a dudas. Quiero decirte a vos y a todos tus colegas, antes de hablar de los ciudadanos bonaerenses, lávense la boca primero, no olviden que potencialmente somos el principal factor de cambio social de ésta nación.
   No se olviden, somos un tercio del total de la población argentina, que está en movimiento…

Bibliografía: 
Pierre, Bourdieu. (2010). El sentido social del gusto. Elementos para una sociología de la cultura. México. Siglo Xxi Editores.