lunes, 28 de diciembre de 2020

¿Cuál es tu misión?

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Un anotador pedagógico al servicio de la comunidad.


sábado, 12 de diciembre de 2020

Empezar por unx mismx


  Cuando, nuevamente, la ley empuja para salir, en el tren repleto de las demandas, las urgencias y las negociaciones, que puede ser la política, prefiero hacer memoria y reconstruir mi propio relato sobre el aborto.

  Podría citar cifras, tragedias, la percha o el perejil. Pero de muy chiquita aprendí que no hay mejor historia que contar que la que te atraviesa, cuando el oído se enciende y la boca repite. Es como dice el tema de Shakira, “Cuando hay que hablar de dos, empezar por uno mismo…”

  Mi abuela habla con su amiga, una tercera tiene incontinencia con la edad, las dos afirman que es “por la cantidad de abortos que se ha hecho…”, toda mi ignorancia de los siete años entra en crisis, todavía creo que los bebés salen por los brazos, ahora creo que se van con el pis. Mi abuela tardó en tener hijos porque “no quedaba”, su demora en ser madre la salva de los rumores y le da estatura moral para hablar de “las otras”.

  La chica que me cuida, una noche que no puedo dormir, me cuenta que ha tenido un aborto en el baño y llora, la consuelo con la manga de la remera y me imagino el baño ensangrentado. Me doy cuenta que Mari es más grande de lo que yo pensaba.

  Cuatro amigas esperamos el efecto del Miso en la cocina, hace mucho frío, mates y charla, ninguna sabe muy bien cómo es la cosa, somos de la época del “raspaje”, tenemos más de cuarenta, nos sentimos “fatales” pero elegimos tener miedo juntas.

  La tía que quedó embarazada después de cuatro hijos y un matrimonio en ciernes. Cuando vuelve del médico se va a acostar y mi mamá nos dice que no hagamos ruido y no molestemos, se encierran en la pieza como dos horas y nosotros aprovechamos para comer cualquier cosa y mirar la tele.

  El médico de Quilmes que cobra caro y cuando te despertás te está manoseando si puede, el consultorio vacío, el novio fantasma, la plata en efectivo…

  La hermana de mi amiga que está de novia hace mil años y todo bien, el novio es un capo, pero está en el último año de Medicina, sí, de Medicina.

  La línea de fiebre cuando ya estás en casa y ¿dónde vas a ir? La espera, los llamados, la noche en vela. Está todo bien, andá a descansar, mañana será otro día…

  El “yo los hijos los tengo”, la frase fulminadora en cualquier discusión de familia, la que puede y la que no puede, el reproche en el auto, la mirada de soslayo y la imposibilidad de defensa, porque nadie dice nada…

  La estudiante brillante, en el medio de la pandemia, buscando un CAPS abierto. “En este momento esos servicios no atienden nena” le dice el administrativo con esa sonrisa siniestra que todxs alguna vez recibimos.

  El que se borró y el que se hizo cargo, la plata prestada, la que no aprende más, las parejitas de novios sobre las que hablan en las escuelas y en los consultorios médicos, con esa mezcla de preocupación y lástima tan repugnante de la clase media bien pensante.

  El dato, el teléfono, el gesto adusto del ginecólogo que pregunta y escucha la respuesta, para una amiga, fecha de tu última menstruación, de poquito tiempo, cuántas semanas, el protocolo, la espera, en este momento imposible, olvidate…

  Todo eso, cada vez que ustedes señores diputadxs y senadorxs deciden dejar de legitimar una de las situaciones más injustas y dolorosas en la vida de las mujeres. Algo de todo esto que les venía contando pierde fuerza y el dolor se va pasando.

  Va a llevar mucho tiempo hasta que el estigma del aborto deje de funcionar y deje de ser el agujero negro de nuestra biología, es cierto.

  Pero lo que queremos es empezar ese momento AHORA.

 

  Griselda Méndez.


domingo, 28 de junio de 2020

El gordo Pierre




La fuente. Marcel Duchamp.




   Nunca me voy a olvidar cuando la ex bailarina Eleonora Cassano, que oficiaba de conductora televisiva en la fiesta del Bicentenario argentino en el teatro Colón, dijo: “Estaría bueno que al Colón venga todo el mundo, o sea todos, hasta los taxistas, ¿No?...” (Sic). En ese momento no supe comprender bien porque me molestaba tanto esa frase de Eleonora Cassano, pero con los años, gracias a la lectura de la obra del sociólogo Pierre Bourdie, pude comprenderlo.
   Lo que más me molestó fue, en primer lugar, que mi padre era taxista. Pero sobre todo me ofendió, la violencia simbólica que encerraba esa frase hacia las clases populares: “Estaría bueno que venga todo el mundo, hasta los taxistas”.  Como si visitar el teatro Colón, puesto que su visita era gratuita, los únicos excluidos fueran los que se excluyen a sí mismos. Como si el hecho de no acceder a los bienes simbólicos culturales, fuera el resultado de la poca voluntad que tienen los trabajadores de ir al teatro o al museo, en este caso específico: los taxistas. Para terminar con este tema, hacer referencias a las “necesidades culturales” como si fuesen “necesidades primarias” es muy sonso, es como esconder debajo de la alfombra la verdadera desigualdad frente a las obras culturales, el producto de una educación, o mejor dicho, el “habitus” de clase, diría Bordieu.   
  Hablando de sonseras, seguramente ya escucharon o leyeron hasta el hartazgo, el mote de “literatura del conurbano”. El sábado estaba escuchando la sección de literatura de la escritora Claudia Piñeyro, en el programa de radio de María O´Donell, que hablaban del pequeño boom editorial, o algo sí, de escritores del conurbano y mencionaban la novela “Cometierra” de Dolores Reyes, “Kriptonita” de Leonardo Oyola y… no sé cual más.
  Bourdieu tiene un libro que es esclarecedor, nos permite comprender diversos fenómenos sociales ligados a la producción y consumo de bienes simbólicos. El libro se llama: “El sentido social del gusto”, se los recomiendo, sobre todo, a las personas que se realizan las siguientes preguntas: ¿Quién es un escritor o escritora? ¿Quién hace a un escritor/a/e? ¿El arte puede enseñarse? Y otras preguntas por el estilo. A mí este libro, me permitió entender, entre otras cosas, que el mundillo de la Literatura obedece sus propias leyes. Quiero decir, en este mundillo, hay distintos escritores que realizan apuestas, estrategias, hay relaciones de fuerza, luchas, alianzas y capital simbólico acumulado. ¿Qué quiere decir Bourdie con capital simbólico acumulado? Hace referencia a les “escritores célebres”,  les escritores “reconocidos”, “premiados”,  les escritores que alcanzaron a tocar con la punta de los dedos el capital simbólico.
  Abro un  paréntesis, hablando de escritores premiados en concursos literarios: ¿Alguna vez llegaron a la siguiente reflexión? Que la lista de escritores premiados en un concurso, obviamente, se decide eligiendo quiénes serán los jueces; y peor aún, la elección de los jueces, lo decide una sola persona, la persona que organiza el concurso, que generalmente es dueño de una fundación o editorial. Después se quejan del despotismo del poder judicial, bah, no sean hipócritas... Perdonen la digresión, pero era algo que quería decir, lo tenía atragantado.
   ¿En qué estábamos? Ah, ya sé, estábamos hablando de escritores célebres, de Claudia Piñeyro por ejemplo, que escribió una novela que fue bestseller “Las viudas de los jueves”, estábamos hablando que esta escritora “célebre”, recomendaba escritores del conurbano: Leonardo Oyola, Gabriela Cámara, etc… Como si el conurbano fuera algo tan fácil de encerrar o catalogar, como sí un escritor en el Barrio Esperanza de Ingeniero Budge, tuviera las mismas condiciones sociales de existencia, que un escritor del country Saint Thomas en Canning.
   Pero no me quiero dispersar, ese es otro tema, vuelvo agarrar las herramientas que me prestó Pierre Bourdieu y me concentro en mi tarea. Les escritores que detentan el capital simbólico, diría nuestro amigo el gordo Pierre, pueden producir efectos simbólicos, pero también efectos económicos. ¿Qué quería decir Bourdieu con esto? Que los agentes culturales hegemónicos, llámese escritores célebres, periodistas, críticos literarios, agentes editoriales, referentes culturales, otros. Tienen una etiquetadora manual de precios, sí, como lo leyeron, cual repositores de supermercados, pero en vez de ponerle el precio a la yerba, leche, huevos, estos vástagos de los círculos literarios privilegiados, se lo ponen a las novelas, cuentos, poemas.  
   Yo tuve la posibilidad de leer a estos nuevos escritores de la “Literatura del conurbano”. Más allá que con algunos me enganché más que con otros (“Cometierra” la leí en una semana. La autora describe a la protagonista "Cometierra" de una manera magistral). Sin embargo, todes estos escritores que escriben muy bien (sobretodo Dolores Reyes), tienen algo en común, sus personajes reproducen sus condiciones de dominados, de explotados, sus estigmas, como si fueran meros sujetos sociales oprimidos, a los cuales, nunca se les ocurre idear lazos de solidaridad, ni de resistencia colectiva. Todas sus carencias, estos personajes intentan resolverlas de manera mágica o clandestina. Casi todos consumen drogas, todos se relacionan con sus vecinos violentamente, a cuchillazos, a botellazos, a patadas limpias. Todos cometen hechos delictivos o son cómplices de delincuentes. Muchos se tienen que exiliar del barrio, porque los buscan. Algunas veces, los protagonistas cuentan con cualidades sobrenaturales, pero no deja de ser un poder individual, cual superhéroe del conurbano. La típica historia marginal, que le gusta contar una y otra vez a la clase social hegemónica sobre la cultura popular. El mismo mensaje re contra archí híper conocido, que vienen difundiendo sobre las clases populares hace tiempo.
   No creo que haga falta agregar mucho más sobre este tema, si vieron la serie de Téves ( un cliché tras otro) en Neftlix, pueden entenderme perfectamente. Se salva uno solo y todos los demás siguen viviendo (con suerte) en el pozo, pantano, miseria, o algún otro nombre similar, que le ponen al barrio. La novedad es, que antes estás historias las contaban los escritores de la clase pudiente, ahora las cuentan escritores de clases subalternas, condición que le da más credibilidad a la obra. En realidad, los únicos que se salvan en estas historias, son les autores de estas novelas.
   Otra cosita, para ir cerrando, que la tengo en la punta de la lengua: la próxima vez que hablen del conurbano, a vos María O”Donell, que estás ahí porque tu papá y tu tío tienen el mismo apellido que vos, cual familia dinástica… Si Bourdieu te hubiera conocido, te hubiese puesto de ejemplo en cuestiones de habitus de clase, sin lugar a dudas. Quiero decirte a vos y a todos tus colegas, antes de hablar de los ciudadanos bonaerenses, lávense la boca primero, no olviden que potencialmente somos el principal factor de cambio social de ésta nación.
   No se olviden, somos un tercio del total de la población argentina, que está en movimiento…

Bibliografía: 
Pierre, Bourdieu. (2010). El sentido social del gusto. Elementos para una sociología de la cultura. México. Siglo Xxi Editores.

miércoles, 20 de mayo de 2020

Canciones y juegos para socializar en cuarentena


En esta ocasión tenemos el agrado de compartir con ustedes siete canciones:  "El hombre de los astilleros" "Piedra en el zapato" "Solicitud de Empleo", "Aprendizaje Significativo", "La moto de Eli", "Figacita de manteca" y "La piba de los astilleros" que forman parte del cancionero "Poemas para leer en el recreo". Además, les compartimos un súper juego de letras para niñes y una idea para un trabajo pedagógico integrador, para que puedan disfrutar en esta cuarentena. ¡Si, claro que sí! ¡Estamos en contacto!

 Canciones, Acá:           El hombre de los astilleros
                  
                   Piedra en el zapato     
                       Solicitud de empleo (dos versiones) 
                      Aprendizaje Significativo
                      La moto de Eli    
                      Figacita de manteca
                         La piba de los astilleros


 Juego de letras y acciones pedagógicas, acá:  Fraternidad! 
                                                 Mi comida festiva

Hemos dicho:
Escondete!

martes, 14 de abril de 2020

Filosofía y bizcochitos Don Satur.


  Las mujeres y los hombres devienen, cambian continuamente con las modificaciones de las relaciones sociales, diría mi filósofo preferido: Antonio Gramsci (1891-1937).
  Me encanta el concepto dialéctico de “devenir” para hacer referencia al paso del tiempo de las vidas pasadas, las presentes y las futuras. ¡Detesto el concepto de “progreso”! Como si los derechos laborales hubiesen “evolucionado” o “progresado” en el mundo estos últimos años. ¡Minga! ¡De ninguna manera!  La humanidad no evoluciona, deviene histórica y dialécticamente.
  Cuando comencé a cursar el CBC, me llamó la atención la dialéctica de Georg Hegel (1770-1831). Cada vez que leía, ya sea, en los apuntes universitarios o en los boletines informativos de las agrupaciones de izquierda, la palabra “dialéctica”, me daba mucha curiosidad y trataba de entender que era eso que llamaban “dialéctica” o en su defecto “movimiento dialéctico”. Pero cada vez que me abocaba a realizar esta empresa, me dispersaba apenas comenzaba la lectura. Imagínense que me interesó tanto, tanto… que me uní a un grupo de estudio, en el cual nos hacíamos llamar “Jóvenes Hegelianos”. Recuerdo que nos reuníamos los sábados a la mañana, tipo once, en la sede del CBC de Avellaneda, para leer y debatir la obra “Fenomenología del espíritu” (G. Hegel, 1807). Quiero aclararles que teníamos mucho más de jóvenes, que de hegelianos. Casi siempre éramos cinco o seis pibes, casi todos teníamos el pelo grasiento y las caras granulientas. Había una sola chica, recuerdo que tenía el pelo negro brillante y un flequillo stone y que la llamábamos Circe, como la hechicera de la mitología griega. Lo cierto es que cada vez que nos reuníamos, no avanzábamos más de una carilla de hoja. Yo creo que además de querer aprender la obra de Hegel, teníamos muchas ganas también, de formar parte de algo, de hablar, de fumar cigarrillos y comer bizcochitos de grasa, entre otras cosas.
  Siempre me gustó la idea de hacer un video tutorial de aproximación a los grandes conceptos filosóficos. Digo, para acercarles a los interesados, en un lenguaje coloquial, algunas nociones básicas sobre filosofía. En esta cuarentena, en mi familia, estamos mirando muchísimos tutoriales. Gracias a las personas que realizan estos tutoriales, Gripi aprendió hacer tapabocas caseros con bolsas de friselina, Cielo a germinar semillas de tomates y de ají rojo, y yo aprendí a tocar en la guitarra, el riff de la canción Homero, de la banda Viejas Locas. ¡Maravilloso!  
  Perdonen la digresión. Estábamos en que el “leit motiv” de este post, es comprender un poquito entre todes, de qué hablamos, cuando hablamos de la dialéctica de Hegel. No podríamos comenzar este ensayo, sin antes mencionar a Fichte (1762-1814), filósofo pobre, unos de los precursores del idealismo alemán y además un seguidor ferviente de la obra de Inmanuel Kant. Con su filosofía como martillo, Fichte intentó mejorar el sistema filosófico de su maestro Kant, afirmando que todo conocimiento proviene de afuera. Para ser más claro, cuando el hombre o la mujer, sale fuera de sí, es cuando el mundo, le tira un “baldazo” de conocimiento a su conciencia (baldazo es la metáfora más elocuente que se me ocurrió para graficar el concepto de Fichte). O sea, ustedes ven lo revelador de esta idea, se dirige a golpear las máximas Kantianas universales, criticando que el sistema de categorías morales y éticas kantianas, no provienen de un “repollo”, sino de la cultura de su ambiente. Elimina la “causa en si” para suplirla por “la idea viene de afuera” y es echada delante del sujeto, como objeto de su propio conocimiento.
  En fin, quisiera compartir con ustedes, parte de un párrafo del prólogo “La fenomenología del espíritu”, escrito por Hegel, que toma como ejemplo, el proceso vital de una planta, para explicar el movimiento dialéctico:
“El capullo desaparece al abrirse la flor, y podría decirse que aquél es refutado por ésta; del mismo modo que el fruto hace aparecer la flor como un falso ser allí de la planta, mostrándose como la verdad de ésta en vez de aquélla. Estas formas no sólo se distinguen entre sí, sino que se eliminan las unas a las otras como incompatibles. Pero, en su fluir, constituyen al mismo tiempo otros tantos momentos de una unidad orgánica…” (Hegel, 1966, pág. 8).
Luego de leer este párrafo, podemos llegar a la reflexión, que Hegel, no ve en la diversidad de ideas la panacea de una sociedad pluralista; donde coexisten y conviven distintas ideas, sin enfrentarse y en mutuo respeto. Todo lo contrario, para él, las ideas forman parte de un mismo todo, se relacionan entre si, se diferencian, se contradicen, y se buscan eliminar una a la otra en pos de la verdad...  
  Bueno, había previsto hablarles también de como el materialismo de Feuerbach (1804-1872), cual tabla de andamio para Carlos Marx (1818-1883), le sirve para poner patas para arriba la “vaquita de San Antonio” de Hegel y así construir su propia cosmovisión del mundo: el materialismo histórico y dialéctico. Pero estoy muy cansado y además tengo ganas de ver en los canales de cable A24 y TN, como Jonatan Viale, Liliana Franco, Osvaldo Bazán, Eduardo Feinman, entre otros periodistas, intentan refutar las medidas políticas que lleva adelante el Estado argentino, y a partir de esta negación, constituir su propia esencia...

Hemos dicho:
Escondete!

Bibliografía:
G. W. F. Hegel. (1966). Fenomenología del espíritu. México. Editorial Fondo de Cultura Económica.  

sábado, 21 de marzo de 2020

Nueva Roma, te cura o te mata.

  

  
  Pandemia, calificó la OMS al brote del nuevo coronavirus que afecta al mundo. Sin lugar a dudas, este es el cuadro sintomático de un mundo enfermo. No me mal interpreten, cuando digo mundo enfermo, o en su defecto, fin del mundo, no me hago el loquito apocalíptico. No estoy expresando una idea cínica, nihilista o escéptica sobre la condición humana. Todo lo contrario, lo que quiero figurar es el umbral que debemos atravesar todes les seres humanos. Para ser más claro, “El  mundo enfermo” o “Fin del mundo” o como quieran llamarlo,  vendría a ser el interregno que debemos transitar entre todes. De un lado del umbral esta lo “viejo”, que se resiste perecer en nuestra condición humana, y del otro lado está lo “nuevo”, que le cuesta emerger, pero que nosotres tenemos la obligación de ayudarlo a nacer socialmente.
“La crisis consiste justamente en que lo viejo muere y lo nuevo no puede nacer, y en este terreno se verifican los fenómenos morbosos más diversos” (Gramsci, 2018, pág. 32).
  Cuando decimos “viejo”, no estoy haciendo referencia a los adultos mayores de sesenta años, que son grupo de riesgo en esta pandemia, sino que estoy haciendo referencia a nuestra construcción identitaria como sujetos. No podemos guiar más nuestras conductas y relaciones sociales al único objeto de obtener y conservar bienes. Erich Fromm (1900-1980), que en paz descanse, denominó conductas necrofilicas, a la clase de conductas humanas, donde todos los sentimientos, procesos, pensamientos, se convierten en meras cosas inorgánicas. Es muy peligroso para la humanidad esta clase de sujeto social, mero poseedor y consumista, porque una amenaza a la posesión de sus bienes, lo interpreta como una amenaza a sí mismo. En una crisis de emergencia social y sanitaria, esta clase de sujeto, no logra anteponer el bien común a su interés necrofílico. Si no me creen, pensemos en los miles y miles de ciudadanos norteamericanos del estado de Wiscosin, que frente a la pandemia, corrieron hacia las tiendas para comprar armas. ¡Increíble, pero real! No creo que haya mejor ejemplo que este que mencioné para graficar el concepto de necrofilia.
“La necrofilia en sentido caracterológico puede describirse como la atracción apasionada por todo lo muerto, corrompido, pútrido y enfermizo; es la pasión de transformar lo viviente en algo no vivo, de destruir por destruir, y el interés exclusivo por todo lo puramente mecánico. Es la pasión de destrozar las estructuras vivas” (E. Fromm, 2004, pág 330).
  Pero no nos desesperemos, no todo es tan oscuro, putrefacto y fatídico en este “Fin del mundo”.  El filósofo Hegel, dijo hace más de dos siglos atrás, que ninguna identidad es positiva y cerrada en sí misma, sino que se constituye como transición, relación, diferencia. Básicamente, lo que a grandes rasgos quiso decir Hegel, es que todavía estamos a tiempo de cambiar, que nuestra identidad no está del todo suturada, sino que sigue abierta…
  De alguna manera, todavía hay esperanzas. ¡Claro que sí! Por supuesto, no creo que todos tengamos esa voluntad de cambio, pero una gran parte de la población, probablemente sí. Una gran crisis, también es una gran oportunidad de cambio individual y social. ¿No les pareces? Nuestro amigo Erich Fromm, que ya lo traje a colación más de una vez, no sólo habla de necrofilia, también habla de biofilia. Conceptualmente la biofilia, vendría a ser el amor a la vida, en fin, la esencia de la ética humanista. El considera que si hemos de sobrevivir, un comportamiento virtuoso, creativo y cuidadoso hacia la vida es crucial para nuestra noción de salud mental, la de nuestros conciudadanos y de la humanidad en general.
  ¿Podemos empezar a obrar de manera virtuosa? Es una gran pregunta, ¿no les parece? No nos confundamos, la virtud no pasa por hacer las cosas para obtener un premio o un reconocimiento social. Claro que no. Si algo nos dejo en claro tener conciencia sobre la muerte, es que todas las cosas que hacemos para quedar bien con los demás, son realmente al pedo, sino estamos de acuerdo en primer lugar con nosotros mismos.
“… el valor de toda virtud radica en ella misma, ya que no se practica en orden al premio: la recompensa de la acción virtuosa es haberla realizado” (Séneca, IV a. C, carta a Lucilo, dijo y me conquistó).
  En esta crisis social que estamos viviendo, los días no son más como eran antes, y  muchas cosas que hacíamos, seguramente, no las vamos a volver a poder hacer por un tiempo, y otras cosas que ahora si hacemos, probablemente no la haríamos o hubiésemos hecho, sino estuviésemos en cuarentena. En fin, estamos en contacto y les propongo que escribamos, que nos escribamos cartas mutuamente. Ahora que tenemos tiempo, escribamos y leamos a piacere.
  Hemos dicho, Escondete!

Bibliografía:

Antonio Gramscí. (2018). Pasado y Presente: Cuadernos desde la cárcel. España: Editorial Gedisa.
Erich Fromm. (2004). Anatomía de la destructividad humana. México. Siglo Veintiuno editores.