sábado, 27 de noviembre de 2021

Asado Nuestro

 

Asado Nuestro, que aún estás ardiendo…
Santificado sea el cuero del vacío, como así la tripa gorda, la falda parrillera, los chinchus dorados y las morcillitas bombón. 
Venga a nosotros lo tierno,
Hágase Tu Voluntad, así en la entraña, como en los fuegos…
El chori nuestro de cada día, dánosle hoy.
Y perdona nuestros atracos hambrientos,
así como nosotros perdonamos a quiénes asan a la parrilla y no nos invitan.
Y no nos dejes caer en la devaluación…
mas líbranos de todo terrateniente, el libre mercado y el precio de exportación. Por más cooperativas productoras de alimentos. Amén.


Escondete! por la cruzada del asado popular


martes, 2 de noviembre de 2021

¿Quién? ¿¡Quién te preguntó?!

Cuando era un niño, no me importaba saber quién era. ¿Por qué habría de importarme, si contaba con la figura enorme de mi papá?

En mi adolescencia me desesperaba no tener un “yo”, pero esa desesperación la sublimaba ejerciendo una intensa vida social y saliendo con mis amigos a escabiar.

Cuando llegué a ser un adulto verde, era una persona sumamente desagradable. No quería ser yo mismo e intentaba por todos los medios convertirme en alguien que no era. Fue una época muy opaca de mi vida. Durante esos años de falsedad  me llevé puesto a varios inocentes y a mí mismo al infierno.

Recién a los treinta y tres años de edad pude sacarme los clavos de mis brazos y mis piernas. Me bajé de la cruz y empecé a caminar suelto. Ojo, todavía no sabía quién carajo era, ni quién quería ser, pero por lo menos, no me desagradaba ver mi rostro en el espejo. En ese tiempo comprendí la frase de Nietzsche: “Debes convertirte en lo que eres”.

Ayer nomás, como dijo Litto Nebbia, estaba desesperado por ser “yo” mismo. “Yo sé perfectamente quién soy” gritaba a los cuatro vientos. 

Hace poco comprendí, que esa obsesión de querer ser uno mismo, esa ansiedad de buscar reconocimiento, era miedo...

Soy yo y todos los “yoes” que no quiero ser. Tengo que aprender a convivir con “ellos”.