jueves, 8 de febrero de 2018

Diario de viaje a Uruguay “El regreso”


Día 1
  5.15 AM. Tomamos el colectivo línea 37 cartel Ciudad Universitaria en su terminal de Lanús.
  8.10 AM. Aeroparque, viajamos en un Boing 737 hacia la ciudad de Punta del Este.
  9.30 AM. Desde el aeropuerto de Punta del Este, caminamos cargando nuestras mochilas hasta la la garita de colectivos. Cruzamos la ruta y esperamos 40 minutos el colectivo local, que nos llevó a la terminal de buses de Punta del Este.
En la terminal de ómnibus de la península uruguaya, veo el ir y venir de micros. El cigarrillo para muchos uruguayos resulta ser un hábito saludable, por lo menos, eso parece a simple vista: veo a una madre, alrededor de 50 años, que ofrece un pitillo a su hija (16-17 años). Mientras esperan su ómnibus, conversan y fuman placenteramente.
¡Punta del Este es carísima! Para que se den una idea, un paquete de puchos Nevada, cuesta 150 pesos uruguayos.
Corrección, extendemos nuestra indignación a todo el territorio uruguayo, los puchos están eso…
(Nota del redactor, a posteriori).
Mirador del Camping El Cocal.

  20.30 PM. Llegamos al camping El Cocal, ubicado a unos pocos kilómetros del pueblo La Esmeralda. En un primer momento creímos haber encontrado el lugar ideal para acampar, pero con el paso del tiempo fuimos tomando conciencia de los obstáculos que pone la administración del camping al buen acampante.
Alquiler de parrilla: 50 uruguayos.
Recarga de celular: 20 uruguayos.
Agua caliente: 20 uruguayos.

Día 2
Nos levantamos a la mañana y mientras tomábamos unos mates con mi compañero y el sol nos comenzaba a blanquear como a un filet de merluza, caímos en la cuenta de que estábamos en la peor seudo parcela del camping, Mauro comenzó una búsqueda juiciosa de una nueva morada. El destino quiso que una pareja surfer buscara nuevos horizontes en las playas charrúas y nos legaron, sin querer, el espacio más fresco y organizado de Rocha. Establecimos, envalentonados por nuestro éxito de principiantes, que el objetivo primordial del día era buscar por todos lados: playa, pueblo, ruta; un alambre para fabricar un símil de parrilla.
Segundo objetivo: conseguir macoña.
“Mi primer alimento fue leche materna me enchufaron nesquik como cosa buena Yogures Petit me compraba mi abuela Serenito, Yimmy, postrecitos de mierda…” Cantamos Caca en la cabeza de Sofia Viola antes de ir a dormir.

Día 3
“El que lee esto es un torpe.”
Día 4
Todas las vidas son interesantes. Hoy en la noche llovió un ratito y con Mauro cerramos el cierre de la carpa a la madrugada y volvimos a dormir plácidamente como si estuviéramos en Escalada. Con tanta actividad diurna: subir y bajar dunas para ir a la playa, prender fuego, unas diez veces, enfocar con la linterna la comida para ver si esta cocida, o bañarte con gotas de aguas hirviendo, pueden ser actividades sumamente desgastantes, pero resulta la mejor receta para dormir como un bebe recién bañado y comido.

Poemas de Cielo
Muchas dunas, mucho sol, en este mar, siempre soy yo.
Arena en mis pies, mar muy profundo, pero con una sonrisa, yo me tomo un jugo.


Lluvia
Los onerosos y precarios servicios del camping generan creatividad y resiliencia en nuestro equipo, después del cambio de parcela, estamos como queremos.
Hace cinco horas que llueve intermitentemente, por suerte tenemos tortillas santiagueñas que hicimos ayer a la noche. Una chica muy simpática y amable me invitó a un encuentro de poesía, que se realizará en el camping el fin de semana que viene. Me parece una propuesta genial, pero pensar en tantos días en una carpa con esta lluvia, me parece una condena medieval. Hasta que no salga el sol en la isla de Guiligan, creo que con Mauro no nos va a entusiasmar nada, ni un asado con vino tinto en la finca de Pepe Mujica.

¿En qué se diferencia un ser humano de un animal?
Yo me diferencio de un animal porque puedo resguardar el alimento del alcance de las hormigas, y la leña seca dentro de la carpa cuando llueve. La esencia probatoria del paso del hombre en el mundo es su trabajo, dijo Carlos Marx.
Lucha de clases
Escuchamos canciones melódicas en la radio uruguaya:
“Darte un beso es como tomar un vaso de agua helada” Estas y otras comparaciones por el estilo suenan y suenan en la radio del pueblo de Castillo. Griselda larga la siguiente reflexión marxista:
Cuando merma o afloja la lucha de clases, cuando los sujetos sociales se alejan de los asuntos públicos, se vuelcan a los asuntos amorosos del tipo romántico e histérico. Dijo Gripi y me quedo pensando en el reggaeton, la cumbia comercial y otros géneros musicales por el estilo.  

Filosofía veraniega
En estas vacaciones, el equipo de Escondete! llegó a la siguiente revelación filosófica: no tiene ninguna importancia decir o no decir “yo”. Claro que cada uno de nosotros tiene su nombre. Nos llamamos Cielo, Gripi y Mauro, claro que sí, pero nos llamamos así por costumbre, tampoco queremos llegar al extremo donde ya no se dice “yo”. Pero ya no somos “Uno” sino “múltiples”, como las hormigas, aunque mates mil hormigas, seguramente en media hora la tendrás nuevamente invadiendo tu alimento, porque no son “una”, sino “múltiples”.
El pensamiento más revelador y productivo que logró alcanzar Escondete!,en lo que va de vacaciones, “Las hormigas son tremendas…”
Esmeralda: 20 km de playas vírgenes.

El Cocal
Esmeralda, un lugar paradisiaco. Más de veinte kilómetros de extensión de playas vírgenes. En el kilómetro 273,5 de la ruta 9 que va al Chuy, si doblan a la derecha, se toparán con este pequeño bosque plagado de acacias, coníferas y eucaliptos. Seis kilómetros hacia el mar, se encuentra el camping agreste “El Cocal” La administración del camping cobra 350 pesos uruguayos por persona y por noche. En esta geografía de dunas y cielo estrellado, el constante rugir del océano atlántico, lo harán dormir como un angelito. Eso sí, el servicio del camping es, por decirlo cristianamente, sumamente precario: el agua de la ducha te congela o te cocina, no hay punto intermedio. El camping es tan agreste que no cuenta con ningún tipo de asistencia al buen acampante. Ah, me olvidaba, se llama “El Cocal” porque en sus costas hay un barco encallado, que llevaba ese nombre.  
El lugar cuenta con veinte empleados y están todos papando moscas. Nos cuesta hablar mal de la administración, porque a pesar del precario servicio que brindan, nos hemos encariñado mucho con su dueño, Carlos. Se parece mucho al compositor y músico Leo Maslíah, también queremos mucho a su hija Martina y a su nieta Julia, por lo cual, no vamos a entrar más en detalles. El lugar está buenísimo. Eso sí, tomen sus propios recaudos.

Cumbres Borrascosas
Griselda lee en voz alta la novela Cumbre Borrascosas de la autora Emily Bronte, bajo la sombra de una conífera, mientras cebo mate sin palo y Cielo juega con sus muñecas.
La novela se sitúa en la Inglaterra rural victoriana del siglo XIX, y para ser sintético, Ellen, la criada, relata a un arrendador, la historia de un amor fallido entre Heathcliff y Catherine, los personajes principales de esta historia romántica y tormentosa.
La novela esta buena para leer detenidamente en un lugar donde no se cuenta con energía eléctrica, ni motores a combustión, ni amplificadores de música. El Cocal, cual granja rural o finca del siglo XIX, es el lugar ideal para cometer esta empresa. Una sola cosa, lo único que no me cierra de la novela, es que la criada Ellen, relata la historia, con unos matices y un vocabulario tan florido como si fuera el mismísimo Flaubert en Madame Bobary. Característica muy propia de las novelas del siglo XIX, donde los personajes, ya sean sirvientes, campesinos o mendigos, hablan como si hubieran sido educados cual hijos de reyes.
Día seis
Clínica de rehabilitación
Amanecimos con un sol radiante climatizando la carpa a las siete y media de la mañana. Decidimos en la última asamblea que no vamos a cocinar por la noche, así es que el menú será el del mediodía, recalentado. Nos dimos cuenta que el camping El Cocal podría funcionar tranquilamente como una clínica de rehabilitación, caminando todo el día, tomando vino caliente, sin macoña que fumar. Para colmo, para llegar al mar hay que caminar mil quinientos metros y escalar cuatro dunas desérticas. El trabajo es tan arduo que a las diez de la noche estás tan agotado/a que lo único que te pinta es descansar. Se ve que el problema de Maradona fue siempre, básicamente, que tuvo mucha guita y mucho confort. En pocos días la Esmeralda logra lo que ningún psicoanalista lacaniano logra en diez años de análisis: que dejes los vicios, que te pongas a laburar en serio, y que te lleves bien con el resto, porque sino te toca hacer todo solo. Sabiduría uruguaya. 
                                                                                                                                                       
Día siete
Por Cielo.
7:30 de la mañana. Comencé con mate cocido y un durazno. Después una chocolatada, no mucho después, comí arroz con fideos y una salchicha. Después, haciendo regalos para amigos, y después lavando ropa, y no tanto después, fui a la playa que estaba re bien y vi tres cadáveres:  un delfín rosa agujereado por pájaros que comen muertos, una enorme mantarraya, y un cangrejo enorme de distintos colores. Metiéndome 2 veces al mar y también escuchando leer a mamá Cumbres Borrascosas. 

Día ocho
De Guatemala a Guatepeor
Se desata una tormenta eléctrica, con vientos propios de un huracán. Gripi, Cielo y yo entramos en pánico. La carpa se mueve tanto que parece la casa de Dorothy, minutos antes que la arrastre un huracán hasta la tierra de Oz.
Miramos hacia afuera, el resplandor de los relámpagos nos aterroriza. Nos abrazamos e imploramos ayuda a Dios, a la madre naturaleza y a la Pachamama.
5.30 AM. La tormenta corre a otras latitudes. Hemos sobrevivido. ¡O brigado deus! ¡Vamo arriba,vó!
7.30 AM. Descansamos plácidamente hasta que un sol incandescente incinera la carpa. Salimos raudamente a buscar una sombra reparadora.
Día nueve
El menú del día de hoy fue fideos con salsa. Picamos una cebollita, un ajo y hervimos un choricito de cerdo, para desgrasarlo vó. Luego metimos todo a la sartén para saltearlo. Pero como teníamos muchas, pero muchas ganas vó, de tomar mate y no contábamos con más agua caliente que con la que desgrasamos el chori, no nos quedó otra, e inventamos el Chorimate. Cada sorbo humeante y saborizado a carne de cerdo nos permitió, no sólo saciar el deseo de tomar mate, sino también el deseo de degustar carne, todo al mismo tiempo. ¡Increíble invento! Un método propio de la granja de rehabilitación o de los astronautas. Hemos dicho, Escondete!
De acá volvemos curados, cueste lo que cueste. ¡Vamo arriba, vó!
Día diez

Pizzas a la parrilla en el encuentro de poetas.

Encuentro de poetas
Durante todo el fin de semana se realizarán distintas actividades organizadas por un grupo de poetas trashumantes, que se dieron encuentro, acá, en el camping “El Cocal”.
Nosotros, chochos de estar en el lugar indicado por casualidad, participamos del fogón que se hizo ayer a la noche. Había una poeta francesa, un poeta paraguayo, dos poetas brasileros, muchos poetas uruguayos y un par de argentinos. La tertulia entretenida y agradable, como primera cita, con excepción de los chistes racistas y misóginos que contaron unos poetas uruguayos y los poemas yoicos y catárticos que se suelen escuchar en estos eventos, cerveza helada Patricia y literatura salada.
Noelia, la organizadora del evento, cual Auxilio Lacoucure en la novela Amuleto, de Roberto Bolaño, madre de la poesía latinoamericana, era la que dirigía la batuta, y su liderazgo resultaba legítimo y necesario para todos los allí presentes. Nilson de Souza, poeta anarquista, librero independiente, prometió durante toda la tarde, hazañas con el fuego y proezas físicas, cual Don Genaro en Viaje a Ixlan. Pero a último momento, se bajó de la velada,ya que se quedó durmiendo en la carpa. ¡Qué acto tan poético el de Nilson! Pensé para mis adentros. Un brasilero que reside en Rivera, ciudad brasilera fronteriza con Uruguay, recitó un poema en portuñol, que me pareció surrealista y de calidad forexport.
Las pizzas a las parrillas y los vasos de vino fueron corriendo de mano en mano entre los poetas y los versos cual ramas secas arrojados al fuego. Yo oficié de fogonero, alimentaba el fuego para que el barco poético no se encalle y siga en movimiento. Gripi amasó unas pizzas crujientes y recitó dos poemas de nuestro repertorio Escondete!
Asado Nuestro
“Asado Nuestro, que aún estás ardiendo…
Santificado sea el cuero del vacío, como así la tripa gorda, la falda parrillera, los chinchus dorados y las morcillitas bombón.
Venga a nosotros lo tierno,
Hágase Tu Voluntad, así en la entraña, como en los fuegos…
El chori nuestro de cada día, dánosle hoy.
Y perdona nuestros atracos hambrientos,
así como nosotros perdonamos a quiénes asan a la parrilla y no nos invitan…
Y no nos dejes caer en la devaluación,
más líbranos de todo Macri. Amén."

Comparsa mental.
El piensa que yo me angustio
porque en pocos días,
cuando esté de vuelta en el trabajo
extrañaré a mis bebés…
Me llegan las llamadas pérdidas de mi mamá,
en mensajes de textos.
Por suerte, siempre hay un caballero que me ayuda a subir el carrito en las escalinatas de la estación de trenes.
Me gusta viajar pegada como mosca a la ventana
y mirar a través de los rayos de sol las pelusas que flotan en el aire.
Escribo algunos versos en la tapa de un diario evangélico:
“La claridad salió de mi con la forma de mis hijos.
La luz esta adelante y no en un punto fijo”
Día 13
Santa Teresa.
Arribamos en el día de ayer al camping de Santa Teresa: Fortaleza. El parque nacional es inmenso, arbolado. Hay lagartos, cotorras australianas, serpientes, hurracas, y miles de acampantes, diseminados a lo largo del predio, cual campo de refugiados. El Camping es regenteado por los milicos uruguayos y esta condición le da un colorido particular al camping. A la noche, un jeep militar verde, recorre los senderos que bordea la zona de acampe, controlando que no suene música demasiado alta, y que los fuegos de los parrilleros no se desborden.
Carla, una acampante brasilera, nos cuenta que, en la noche de ayer, se acercó a un militar que estaba apostado cerca de los baños del camping, y sin vacilar, le pidió lumbre para encender su porro. Cuando regresó a su carpa con el cigarro florido encendido, dice que pensó en sus amigos de Brasilia que, a su regreso, cuando ella les cuente no le iban poder creer: el primer faso legal…
Nos reímos a carcajada de la anécdota de Carla. Luego, yo le pregunté porque hablaba un español tan fluido. Entonces, ella nos contó que vivió en la ciudad de México ocho años, que trabajó en una empresa mexicana, pero que no se aguantó y se volvió a Brasil. Cielo, que hace rato esta fascinada con México, le preguntó por los mariachis y especialmente por la comida mexicana. La conversación fue muy agradable. Carla es esa clase de chica luminosa, como una luciérnaga. Hablando de insectos, no me quiero olvidar que nos contó para asombro de Gripi, Cielo y mía, que los mexicanos suelen comer grillos. Así como leen, grillos. “Pero los grillos dan mala suerte si los matas” dijo Gripi. “Pero en México los matan para comerlos, que es distinto que matar por matar.” respondió Carla con esa fonética tan melódica que tienen los brasileros.
Ni Asado ni porro.
El chauvinismo es un sentimiento miserable… y muy recurrente cuando la suerte te da la espalda en un centro turístico extranjero. Como decía un filósofo, el cual no recuerdo su nombre, para no decepcionarse no hay que ponerle ficha a nada… Vinimos a Santa Teresa con un manojo de ilusiones, y como pasa a menudo, la realidad nos cagó a piñas como Mayweather a Maravilla Martinez, en su última pelea de juguete.
Una de cal y una de arena. El predio es enorme, los eucaliptos altísimos, los pájaros miles, pero los baños son letrinas, los precios privativos y la cantidad de carpas excesivas.
Mientras me resbalo con la crema enjuague en unas duchas que parecen de un campo de concentración, me acuerdo de la película “La vida es bella” y hago burbujas con el jabón para que Cielo se entretenga. Mauro desconfía de la marihuana paraestatal, así la llama, vemos a los jovencitos que inmediatamente después de fumarla se quedan dormidos. Uruguayos, la vida es pensamiento y acción, que no duerman tu conciencia política. Nunca.
Graffiti en Valizas.

Día 16
Llegamos a Siri a comer empanadas de Valizas.
Todavía no es tiempo de balances en Valizas, apenas cumplimos las cuatro horas en la famosa playa de los artesanos, conocida por sus bocados de mar y su juventud inquieta artísticamente. Pero podemos adelantar que en menos de lo que dura una jornada laboral de call center (6 horas), conseguimos el camping más barato de Uruguay, macoña a menos de diez metros de nuestra carpa y le compramos unas hawaianas a Cielo por menos de doscientos pé.
Valizas promete ser el pucará que andábamos necesitando.
Día 17
Hoy es nuestro tercer día en el camping comunitario de los carpinteros.  La maga, es la jefa y dueña del lugar. Oriunda de Montevideo, nos contó que se vino para estos pagos a vivir con su compañero “El Facha”-ya fallecido- y que consiguió estas tierras porque “El Facha” se la reclamó al candidato a intendente que hacía campaña política por esta zona, hace diez años atrás. Anteriormente vivían en un rancho muy cerca del mar, que encontraron abandonado y que alternativamente se inundaba de arena y de agua de mar, porque estaba muy cerca de la costa del arroyo de Valizas. Con mucho esfuerzo y trabajo la pudieron recuperar. Por suerte, el intendente le cedió un lote, y se pudieron mudar.
Lo más característico del camping “Los Carpinteros” es que hay que arrojar un balde atado con una soga a una cachimba, para recoger agua para el baño. Si uno/a tiene necesidad de orinar, con medio balde de obra basta. Pero si uno/a tiene ganas de deponer eses, necesita un balde de agua entero. Valizas es el ejemplo del emprendedorismo bien entendido: hay galletitas, brownies y trufas sostenidas por la cultura canábica. Adolescentes rebeldones y maleducados hacen sus primeros pasos desarrollando dichas empresas con el espíritu de Steve Jobes, pero con onda.

Día 18
Cuarto día en camping comunitario Los Carpinteros. Estamos muy cortos de efectivo. Por suerte, mi tarjeta de débito sigue con crédito. Esta condición económica, más precisamente monetaria, nos permitió degustar unas costillas a fuego a leña. Nuestros cuerpos recobraron potencia cual celulares al cargar sus baterías. Aunque eran pocos bifes, tan solo cuatro costillas, le convidamos carne a los pibes de San Nicolás, porque nosotros tenemos código, no como otros, lo poco que tenemos lo compartimos. Siempre fue así, y siempre lo será. Para cambiar el mundo, primero debemos empezar por nosotros mismos. ¡Las relaciones sociales la construimos entre todxs, vó! No me vengas hablar de anarquismo, si en tu vida práctica no convidás un trago de cerveza, gato.

Día 19
Los piojos nos van a sobrevivir.
Recién nos despertamos en el camping “Los Carpinteros”, la mayoría de los acampantes duermen, mientras nosotros saboreamos los primeros mates de la mañana. La pediculosis nos viene acechando. Cada día que pasa, la picazón se vuelve más intensa en nuestras cabezas. No veo la hora de poder cortar la inmensa cabellera de Cielo, pero su madre argumenta razones que no comparto ni entiendo y la mar en coche…
Las Flores de La Maga.
Dejamos Valizas con una suerte de congoja meditativa que se tradujo en una demora de cuatro horas desarmando la carpa. ¿Valizas es un asentamiento con escasos servicios? ¿Una comunidad hippie? ¿O la Ámsterdam de América latina? No apresuremos conclusiones, pero aprendimos muchas cosas, por ejemplo, que es una cachimba, como almorzar en medio de una tormenta de arena y que la legalización de la marihuana es un hecho que invariablemente se hará realidad, y que con eso, no pasa nada.
El camping de la Maga es una casa con un terreno muy grande adelante, donde se puede acampar en pequeñas parcelas, una al lado de la otra. El camping cuenta con cocinita, baño, agua fría y licuadora. Todas las limitaciones de la precariedad edilicia son compensadas por la onda y el compromiso de la Maga, una de esas poderosas mujeres, que a veces tenemos la suerte de conocer. Tiene el don del fuego y a la nochecita lo prende en tan sólo diez minutos unos troncos de acacia y tenés brasa durante dos horas, podés hacer un guiso de mondongo si tenés ganas. En su terreno crecen las florcitas más ricas de todo el departamento de Rocha.
Día 20
Las hormigas, la arena y los piojos nos tienen podridxs…
Valizas-San Carlos.
La espera del bus que nos llevaría a Maldonado en un pequeño chaparral que hacía a su vez de sala de espera resultó amena y relajante, regada de coca cola y amenizada con pan de semillas. Los últimos días de vacaciones siempre sueltan el bolsillo. Subimos presurosos hacia nuestro nuevo destino, los mullidos asientos apanados y el aire acondicionado nos devolvieron al primer mundo del que nos hablaron en los ´90. El micro se fue completando en las distintas paradas, más adelante un señor lee un grueso volumen, de tapas amarillas, titulado “Utopía para realistas”, ¡Qué curiosidad su contenido! No nos animamos a pedirlo prestado,pero el espíritu emprendedor nunca descansa y se nos ocurren un montón de títulos en la misma línea blanca editorial: “Drogas recreativas para controladores seriales”, “Dilemas éticos para cínicos” ó, “Compromiso para cobardes” … Tendríamos que hacer varias ediciones y nos llenamos de oro.
El paisaje, con el correr de los kilómetros va transformándose. Las palmeras y acacias van dejando lugar a la llanura sojera y el ganado vacuno, el rancho improvisado se esfuma y se impone la estancia y el latifundio en el horizonte. Dormitamos de a ratos en el bus silencioso, reservando energías para la última parada: el reencuentro con el uruguayo mala onda y el argentino forro al que estamos acostumbrados.
Vaquita de San Antonio en Portezuelo.

Día 21
Punta Ballena, Maldonado.
Hoy es nuestro segundo día en el camping de Punta Ballena, departamento de Maldonado. El camping esta inserto en un inmenso bosque y la playa más cercana: Portezuelo, queda a dos kilómetros de distancia. El camping cuenta con agua caliente, luz eléctrica, piscina, parrillas y wifi. Realmente para nosotros es como un hotel cinco estrellas.
Mientras tomamos unos mates mañaneros vemos pasar un jet privado por arriba de las puntas de los eucaliptos. Es Marquitos Peña que viene a comer un asado, seguramente.
Los vestuarios de hombres y de mujeres del camping top de Punta Ballena, vendrían a ser la caja de resonancia de la cultura pacata de la clase media argentina, uruguaya.
En la ducha de hombres, dos chicos se bañan con su padre. - ¿Papá te acordás que en las vacaciones del año pasado se me descosió la bermuda? -  -No, nada que ver Ignacio, eso sucedió en las vacaciones 2015 que, después de volver de Bruselas, nos quedamos una semana en París y en el ascensor del hotel se descosió. ¿Te acordás? -. ¿Tanta información necesitábamos? A mi se me descosió haciendo la medialuna en la playa con Cielo y ahora la llevo cosida ¿Te sumó eso muñeco?
En el vestuario de mujeres, una mamá le ordena a su hijita de siete años: -Palu, secate el pelo-
- No puedo secarme el pelo ma-
-No, Palu, nosotros esa palabra no la decimos-
-Pero no puedo ma.-
-Si se puede, no quiero oírte más decir esa palabra– Y Palu se tuvo que ir a dormir con la cabeza chorreando…
Discépolo se haría un festín con tantos mosquitos y mordisquitos dando vueltas. Los primeros me dan alergia, a los segundos hay que eliminarlos con el off de la conciencia de clase. La mayoría de los acampantes se pasean durante el día por las playas de Punta del Este, codeándose con la clase alta uruguaya y argentina, pero cuando cae la noche, su carruaje se convierte en calabaza y regresan cabeza gacha a dormir a sus casas rodantes o carpas. La clase media siempre la pasa mal, porque cada vez que miran su silueta en los espejos del vestuario, ven una persona que no esperaban encontrar.
Foto panorámica del balneario de Punta Ballena.
Día 22
Nos levantamos cuando apenas comenzó a clarear. Armamos la mochila y desarmamos la carpa en un periquete.  Cargamos todos nuestros bultos y caminamos trabajosamente hasta la entrada del camping. Ya estamos muy duchos con el armado y desarmados de carpas. Podríamos decir que a esta altura somos profesionales en la materia.
Un Uber nos llevó raudamente al aeropuerto de Punta del Este. Mientras los distintos empleados aeroportuarios llegaban a cubrir sus puestos, Cielo desayunaba un mate cocido bien caliente y Gripi y yo, los últimos mates de yerba sin palo.
El vuelo a Buenos Aires duró lo que dura un pestañeo, pero el control en migraciones duro lo que un capítulo de Black Mirror.
Nos tomamos el colectivo Línea 160, que tardó dos horas en escupirnos en la estación Lanús. El infierno urbano volvió atraparnos con sus tentáculos y un remisero nos quemó la cabeza con el caso Chocobar hasta la puerta de nuestra casa.
Detrás de la puerta, Camilo nos recibió con una sonrisa hermosa y una casa inhabitable. Lo primero que hice fue pasar un trapo de piso con lavandina en el suelo de la cocina, mientras Gripi y Cielo abrazaban a Camilo.
Fin.