martes, 14 de abril de 2020

Filosofía y bizcochitos Don Satur.


  Las mujeres y los hombres devienen, cambian continuamente con las modificaciones de las relaciones sociales, diría mi filósofo preferido: Antonio Gramsci (1891-1937).
  Me encanta el concepto dialéctico de “devenir” para hacer referencia al paso del tiempo de las vidas pasadas, las presentes y las futuras. ¡Detesto el concepto de “progreso”! Como si los derechos laborales hubiesen “evolucionado” o “progresado” en el mundo estos últimos años. ¡Minga! ¡De ninguna manera!  La humanidad no evoluciona, deviene histórica y dialécticamente.
  Cuando comencé a cursar el CBC, me llamó la atención la dialéctica de Georg Hegel (1770-1831). Cada vez que leía, ya sea, en los apuntes universitarios o en los boletines informativos de las agrupaciones de izquierda, la palabra “dialéctica”, me daba mucha curiosidad y trataba de entender que era eso que llamaban “dialéctica” o en su defecto “movimiento dialéctico”. Pero cada vez que me abocaba a realizar esta empresa, me dispersaba apenas comenzaba la lectura. Imagínense que me interesó tanto, tanto… que me uní a un grupo de estudio, en el cual nos hacíamos llamar “Jóvenes Hegelianos”. Recuerdo que nos reuníamos los sábados a la mañana, tipo once, en la sede del CBC de Avellaneda, para leer y debatir la obra “Fenomenología del espíritu” (G. Hegel, 1807). Quiero aclararles que teníamos mucho más de jóvenes, que de hegelianos. Casi siempre éramos cinco o seis pibes, casi todos teníamos el pelo grasiento y las caras granulientas. Había una sola chica, recuerdo que tenía el pelo negro brillante y un flequillo stone y que la llamábamos Circe, como la hechicera de la mitología griega. Lo cierto es que cada vez que nos reuníamos, no avanzábamos más de una carilla de hoja. Yo creo que además de querer aprender la obra de Hegel, teníamos muchas ganas también, de formar parte de algo, de hablar, de fumar cigarrillos y comer bizcochitos de grasa, entre otras cosas.
  Siempre me gustó la idea de hacer un video tutorial de aproximación a los grandes conceptos filosóficos. Digo, para acercarles a los interesados, en un lenguaje coloquial, algunas nociones básicas sobre filosofía. En esta cuarentena, en mi familia, estamos mirando muchísimos tutoriales. Gracias a las personas que realizan estos tutoriales, Gripi aprendió hacer tapabocas caseros con bolsas de friselina, Cielo a germinar semillas de tomates y de ají rojo, y yo aprendí a tocar en la guitarra, el riff de la canción Homero, de la banda Viejas Locas. ¡Maravilloso!  
  Perdonen la digresión. Estábamos en que el “leit motiv” de este post, es comprender un poquito entre todes, de qué hablamos, cuando hablamos de la dialéctica de Hegel. No podríamos comenzar este ensayo, sin antes mencionar a Fichte (1762-1814), filósofo pobre, unos de los precursores del idealismo alemán y además un seguidor ferviente de la obra de Inmanuel Kant. Con su filosofía como martillo, Fichte intentó mejorar el sistema filosófico de su maestro Kant, afirmando que todo conocimiento proviene de afuera. Para ser más claro, cuando el hombre o la mujer, sale fuera de sí, es cuando el mundo, le tira un “baldazo” de conocimiento a su conciencia (baldazo es la metáfora más elocuente que se me ocurrió para graficar el concepto de Fichte). O sea, ustedes ven lo revelador de esta idea, se dirige a golpear las máximas Kantianas universales, criticando que el sistema de categorías morales y éticas kantianas, no provienen de un “repollo”, sino de la cultura de su ambiente. Elimina la “causa en si” para suplirla por “la idea viene de afuera” y es echada delante del sujeto, como objeto de su propio conocimiento.
  En fin, quisiera compartir con ustedes, parte de un párrafo del prólogo “La fenomenología del espíritu”, escrito por Hegel, que toma como ejemplo, el proceso vital de una planta, para explicar el movimiento dialéctico:
“El capullo desaparece al abrirse la flor, y podría decirse que aquél es refutado por ésta; del mismo modo que el fruto hace aparecer la flor como un falso ser allí de la planta, mostrándose como la verdad de ésta en vez de aquélla. Estas formas no sólo se distinguen entre sí, sino que se eliminan las unas a las otras como incompatibles. Pero, en su fluir, constituyen al mismo tiempo otros tantos momentos de una unidad orgánica…” (Hegel, 1966, pág. 8).
Luego de leer este párrafo, podemos llegar a la reflexión, que Hegel, no ve en la diversidad de ideas la panacea de una sociedad pluralista; donde coexisten y conviven distintas ideas, sin enfrentarse y en mutuo respeto. Todo lo contrario, para él, las ideas forman parte de un mismo todo, se relacionan entre si, se diferencian, se contradicen, y se buscan eliminar una a la otra en pos de la verdad...  
  Bueno, había previsto hablarles también de como el materialismo de Feuerbach (1804-1872), cual tabla de andamio para Carlos Marx (1818-1883), le sirve para poner patas para arriba la “vaquita de San Antonio” de Hegel y así construir su propia cosmovisión del mundo: el materialismo histórico y dialéctico. Pero estoy muy cansado y además tengo ganas de ver en los canales de cable A24 y TN, como Jonatan Viale, Liliana Franco, Osvaldo Bazán, Eduardo Feinman, entre otros periodistas, intentan refutar las medidas políticas que lleva adelante el Estado argentino, y a partir de esta negación, constituir su propia esencia...

Hemos dicho:
Escondete!

Bibliografía:
G. W. F. Hegel. (1966). Fenomenología del espíritu. México. Editorial Fondo de Cultura Económica.