martes, 17 de enero de 2023

Diario de viaje a Calamuchita

 

“Al final Jesús era un copado. Era re hippie. Sus fans son medios forros” Cielo.

El Durazno

Foto panorámica del Durazno by Cielo


  Luego de un viaje extenuante, llegamos a los valles de Calamuchita, más precisamente al Durazno. Como ustedes sabrán, el Durazno es una pequeña aldea de Villa Yacanto, que se encuentra al pie de las sierras de los comechingones, atravesada por un río de nombre homónimo, de aguas frías y cristalinas.

 El río, que tiene cascadas, playas y ollas de agua color verde esmeralda, está rodeado de fresnos, espinillos, pinares verdes y un cordón montañoso de fondo.



Comentarios del Camping “Doña Layda”.

  “Este lugar no cuenta ni con la más mínima infraestructura. Lo cual, sobre todo, para aquellos que no sufren privaciones, ni las han sufrido, contribuye a la mística del lugar o a su disfrute sustentable. Nada que ver, ecología mal entendida o el drama del turismo en barrios vulnerables y con precios por día en dólares. No te dan nada y te cobran todo, literal. La carga de celular cien pesos, los 100 gramos de papa fritas Marolio cuatrocientos pesos. ¿¡Qué se le va a hacer!? Ni el administrador del camping es consciente que no tenía luz eléctrica por falta de inversión pública, afirmaba que era una característica de las zonas de montaña, un pendeviejo, con gafas espejadas, cual Nico Magaldi, conductor del canal KZO” . Después nos preguntamos porque funciona tanto el discurso “hueco” de la derecha, con todos los streamers y los giles como voceros…”

  “Te cobran siete mil quinientos pesos por dejarte poner la carpa en un pedacito de tierra. Si me pongo hacer cuentas, serían 225.000 pesos por mes, por cuatro metros cuadrados. Por ese precio podría vivir en Santa Fe y Las Heras, con amenities muchachos. La maldita cultura neoliberal se convirtió en sentido común para las clases populares cordobesas. El Estado brilla por su ausencia y el capital, sólo el capital, desarrolla sus inversiones para la clase turística pequeña burguesa; mientras tanto, los trabajadores debemos ir a un baño químico y limpiarnos en el río.

Día 2

  Después de bañarnos en el río de los comechingones, cobramos algo de fuerza y bajamos por la ruta serpenteada hasta Santa Rosa de Calamuchita. Al llegar, el pueblo estaba lleno de turistas, luego de recorrer y preguntar y preguntar, pudimos conseguir un Dormis para tres personas en el Camping “Los Álamos”. ¡Qué alivio para nuestros cuerpos! Apenas toqué el colchón, mis músculos se rindieron y pude dormir como un bebe recién bañado la noche entera.

  “Este lugar es para aquerenciarse” dijo Gripi.

Camping “Los Álamos”

  El camping Los Álamos, es súper accesible y cómodo, cuenta con dos quinchos, cocina industrial, heladeras exhibidoras para guardar bebidas y alimentos, baños con bidet; vuelvo a repetir “bidet”, lo cual tanto a Gripi, Cielo y a mí, nos parece un acto de generosidad enorme. También cuenta con duchas grandes e individuales, y lo mejor de todo, acceso directo al río Santa Rosa.

El Pueblo

  Los caminos de tierra se bifurcan y se vuelven a unir en Santa Rosa. El pueblo es boscoso, de una vegetación exuberante. Hay puentes colgantes y badenes para que el agua corra. El centro comercial está explotado de turistas. Se ve que el lugar es muy concurrido por santafesinos y cordobeses. Hay un bowling, fichines, un Banco Córdoba, un Banco Santander, una parroquia y muchísimos negocios.

“Las piedras en el río parecen papas en la sopa” Gripi.



Radio Calamuchita

  “Solo te puedo decir que me cagaste la vida...” Los cuartetos que suenan en radio Calamuchita tienen todos la misma temática “Yo me enamore de ti, sin saber que no me querías”. El chabón despechado, le canta a la mujer que lo lastimó, que lo abandonó. Muchachos, tratemos de salir del lugar de víctima. A nadie le interesa que te hagas el sufrido, campeón.

Supermercado Efa

  En la fila de la caja del supermercado Efa, nos cruzamos con una viejita hermosa, que buscaba una mayonesa en la góndola.

 “Lo que pasa es que hoy tengo visita” dijo la señora que tenía una sonrisa espléndida y unos aros con forma de margarita en sus orejas.

 “Vienen mis nietos de Neuquén” agregó.

  La señora tenía pelo corto y un pulso eléctrico. Yo, que me contagie de su energía, exclamé:

 “¡Qué suerte la de ellos! Tienen la mejor abuela del mundo” dije y ella me miró como quien recibe un piropo.

“¿Usted es de Calamuchita?” le pregunté.

“Si nací acá, pero después viví cincuenta años en Rosario”.

“¿Volviste para tus pagos?”

“Claro muchacho, volví para entregar el esqueleto a mi tierra” me contestó y se marchó, dejándome de regalo su sonrisa espléndida.

En el río

  Una pareja de cordobeses y su hijito se acercaron a nosotros. “Me voy a meter” dijo el niño. La madre, bien moza, le contestó: “Dale, a la noche, te recogemos por el centro”. Mientras tanto, el padre sostenía orgulloso su vaso de calimocho y la camiseta de Belgrano de Córdoba se relucía dorada y celeste en su pecho. “Nada más parecido a los vecinos lanusenses, que los vecinos del barrio Alberdi” pensé.

  A orillas de río, empecé a witearle a un pinchón de mirlo, casi me come de la mano una galleta.

Moringa tour

  En el baño del camping Los Álamos, me encontré con la mamá de Miley. Hay un drama del que pocos hablan, el ir hasta el baño del camping, llevar el cepillo pero olvidar la pasta de dientes. Hay dos caminos, volver a la carpa, violín en bolsa y quedar como una dispersa; o pedir ayuda. Fue la segunda opción, la de un Estado social en funcionamiento, me encontré con la señora más simpática del camping, que además, hay que decirlo, altamente mejorada del producto nazi mediático, los rasgos físicos no se eligen, es cierto, a los padres tampoco. Pero así fue. La señora era bajita y con una sonrisa contagiosa:“Cuando me despierto soy igual a Miley”, y si, la nariz repingada, los ojitos color del agua de Disney y unos pirinchitos canosos conformaban la carita de la súper pariente más cercana de nuestro muñequito Jack de Hitler. Soberana la señora me alcanzó su pasta Close up. No quiero exagerar, así está la Argentina. Mientras su hijo anda arengando los resentimientos más ásperos de las clases aspiracionales argentinas, allí está su madre, haciendo socialismo dentífrico en un camping de Santa Rosa de Calamuchita, sin twitear, pero cambiando el mundo a su modo, bajo el lema “Ponerse en el lugar del otro”.

Como el océano

  El río siempre es cambiante. A veces su cauce desborda, otras veces, se seca. Nunca se sabe cómo va a estar. Ayer, luego de la tormenta, la corriente del río era torrentosa, pero hoy está calma y ésta condición me permitió alcanzar una ojota de una adolescente, que corría río abajo. Aunque me rompí el dedo con una piedra, la atrapé. Claro que sí.

  El Yo también es siempre cambiante, como el río, no está atado, cual árbol a sus raíces. No le creas nunca a aquellas personas que te condicionan con sus expectativas, y libera a todas las personas de las tuyas.

  Vos podés ser otra persona, siempre y cuando te enfoques en eso. Obvio, hay personas que la tienen más difícil que otras. Ya sea porque tienen una familia endogámica absorbente; o tal vez, porque no cuentan con la ayuda necesaria, ni con un entorno propicio. Pero la posibilidad de cambio está siempre abierta. Como el río, que está en perpetuo movimiento, vos podés convertirte en la persona que desees, como el río se convierte en océano…

Regreso sin aire acondicionado

  Nuestra estadía en Santa rosa se acabó. El domingo a primera hora nos pegamos la vuelta para la ciudad de Monte Grande. Nuestro camino de vuelta fue distinto al de ida, siempre es así, el camino se transita pero sobre todo se siente. Por una confusión del piloto y de la copilota y del buscador del Waze, terminamos agarrando Ruta Nacional 8. Aunque no tiene doble mano como la Ruta Nacional 9, es mucho más fresca, ya que está rodeada de árboles añosos y de plantaciones del dólar soja, verdaderamente refrescan un poco más el ambiente. En cambio, la ruta 9, es una plancha de cemento que junto al sol, te calcina como a una suculenta en un balcón francés del barrio de Constitución.

  “Julián Alvarez corazón” Cielo.

  “Antes de llegar a San Andres de Giles, está el pueblo de Heavy, que buen lugar para el recital rencuentro de Hermetica” Mauro.

Cierre despacio

  Es lindo encontrar un paraje en el mundo, una buena y sanadora parada. Santa Rosa de Calamuchita fue descubierta en ese plan, parada acogedora en los veranos, los inviernos, los otoños y las primaveras desbordadas.

  En estas vacaciones hubo muchos de estos aprendizajes, uno de los más luminosos es ese. En los primeros viajes flasheas que vas a encontrar tu lugar en el mundo, que alguna señal del universo te va arrastrar al cambio de tu vida. Pero con el tiempo te satisface mucho más que el centro quede cerca, que la carga del celular no sea con costo y con cola de gente en el horario de siesta. En Santa Rosa encontramos la templanza de los cincuenta largos, lugar al que todavía no llegamos, pero en el que creemos como en Los Reyes Magos. Hay muchas señales que evocan ese pasaje definitivo a la sabiduría y la templanza. El fresquito que sube desde el río cuando oscurece, el cambio de iluminación sincronizado que desparrama una sábana húmeda y oscura desde el cielo, las luces de navidad que tienen colgadas todo el año en lo alto. Sus piedras gigantes que en el medio del río te convencen de meterte y te auxilian en los mareos furtivos de las sierras, mojarte cien veces, secarte cien veces en las piedras enormes. En esas piedras estaría pensando Sartre cuando escribió El Ser y la Nada, aunque el museo de Calamuchita no lo tiene documentado.

Hemos dicho, Escondete!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Supremo relato no deje de leer ni un momento quiero mas mas mas

Anónimo dijo...

Qué buena onda! Gracias, muchass graciaass