sábado, 27 de marzo de 2021

Tragaluz

Encontré un dibujo que hice en mi niñez. Dibujé una casa con un techo muy pero muy grande. En vez de ponerle una chimenea, le dibujé una claraboya.

Yo nunca tuve nada contra nadie en particular. Pero algo que me ayudo a cambiar, fue mi disconformidad social.

¡El resentimiento y el amor, pueden ser dos grandes motores de cambio, claro que sí!

Hace diez años, recibí la herencia de mi abuelo Jorge: Una vida ascética, incómoda y poco amigable.

No integro ningún grupo social, sino todos y ninguno a la vez.

Me aburren las personas de clase social uniforme, prefiero las de clase social ondulante.

Ya me pude despojar de muchos preceptos morales y convenciones sociales. Aunque a veces, simulo cumplirlas. No soy boludo. No me interesa llamar la atención al pedo, ni perjudicarme.

Para mí es como dice la ética de Spinoza: Lo bueno es lo que nos complementa, lo malo es lo que nos debilita. Eso sí, yo agregaría: nos cuesta toda una vida aprenderlo del todo.

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