martes, 27 de septiembre de 2011

Grandes Bolas De Fuego
















Monte Grande: Tierra de fantasías
Monte Grande, tierra de oportunidades y fantasías, cuna del gran escritor Esteban Echeverría; autor de la frase célebre: “A nalga pelada, denle verga…” que se encuentra en su popular novela El Matadero, cuna también del gran compositor y guitarrista virtuoso si los hay, Luis Salinas; “El Jimi Hendrix del segundo cordón urbano”, como lo bautizó mi papá en un recital que dio a beneficio en la escuela Naciones Unidas.
Ciudad cosmopolita e inclusiva que respira muchas anécdotas. Muy pocos saben, por ejemplo, que Keith Richard almorzó unas achuras crujientes regadas con un Michel Torino etiqueta azul, en una parrillita que da a la bajada de la Richieri; o de la copiosa nevada del año 2000, que posibilitó que muchos montegrandenses se sintieran en Alaska, esquiaran, hicieran culo-patín y armaran los tradicionales muñecos de nieve, en la plaza del centro. Otro dato no menor, es que además de los clásicos gatos y perros; ñandúes, gansos y corderos, suelen ser animales domésticos de los vecinos de este entrañable pueblo.
Quedará en los anales de la historia de la humanidad el día 26 de septiembre del año 2011, a las 2.10 AM. Es que esta pujante ciudad fue escenario de extraordinarios sucesos, y eso no puede borrarse con el codo. Hay variadas hipótesis al respecto: lluvia de meteoritos, un misil de un avión militar, o la punta de lanza de una invasión extraterrestre, ¿Quién sabe? Varias conjeturas pero ninguna certeza al respecto. Lo único hasta el momento cierto, es que el equipo periodístico de Escondete! se acercó al lugar de los hechos, para hacer una investigación profunda de los sucesos acaecidos la noche pasada, en la equina de Vernet y Los andes, barrio Zaizar. Embanderados en la defensa de la libertad de prensa, como siempre, postulando al ecuánime José de Zer como referente periodístico y con el ímpetu jovial de los esclarecidos.


¡Cayó piedra sin llover!

Viajamos parados en el colectivo Línea 165, ramal Zaizar, con gran expectativa. Nuestro equipo técnico consistía en un celular con cámara fotográfica (2 megapíxeles), una libreta de apuntes, y nuestra infaltable y simpática grabadora Sony, que como ya dijimos, le regaló su padre a Gripi para su cumpleaños de quince (primer augurio de su brillante carrera en los medios, podría decirse).
La avenida Vernet ya estaba cortada a la altura de la calle Sansirena por un par de camionetas de la policía. Muchos curiosos se amuchaban en los alrededores repitiendo frases como: “Ya no se puede dormir tranquilo” o “Los mayas al final tenían razón” o “Ya fue, vamos a tomar una cervecita”.
Nos hicimos lugar empujando un poco, cuando a duras penas- después de tropezar Gripi con un cable y caer arriba de un bombero- pudimos llegar al epicentro donde habían ocurrido los hechos. Muchos escombros y restos de plásticos, materiales de distinto tipo se amontonaban en el suelo. Justo en frente, una serie de locales comerciales tenían sus paredes chamuscadas y sus vidrieras destrozadas, en el cemento un auto abollado y en la boca de la alcantarilla yacía un ratón carbonizado.
-No nos quedemos dormidos…- dije presionando rec en el grabadorcito sony que tenía escondido en el bolsillo de la campera de jean. –Puedo hacer una grabación oculta, ¿entendés?- le largué por lo bajo a Gripi con mi tono “Rolando Graña”.
-No le gastés toda la pila, chambón- me contestó Gripi y saltó el capó de un taxi destruido, internándose en una ventana que oficiaba de improvisado despacho de bebidas y chori.
-Buen día, somos periodistas, se puede decir en mi caso, que casi soy una comunicadora social graduada- se presentó solemne mi compañera.
-Ahora caen todos…-masculló un parroquiano con su mano atada a un vino con soda. –A ver si aparecían anoche cuando los marcianos nos rodeaban y querían freír a todo el barrio- continuó.
-¿Usted los vio señor? ¿Cuántos eran? ¿Es verdad que intentaron inseminar a una adolescente y un verdulero de la zona?-, me adelanté acercando mi chaqueta a la voz de mi primer reporteado, quien vestía tradicionalmente, bombachas, boina y facón, como si estuviera en un desfile del día de la tradición. El lugareño buscó con la mirada puesta en el infinito alguna respuesta a mis lúcidas preguntas, pero se ve que no encontró una adecuada, digo, porqué se dio vuelta y comenzó a hablar con el parrillero.
-Señorita “Eu se los desenvolvimentos del acontecau” afirmó, un morocho grandote vestido con una blusa bordada de bambula. Resultó ser Maluquiño Alveiro, 42 años, Pai del barrio 9 de enero. -“Ogum arrivóu en la madrugachi con toute le splendor”- dijo el Pai con los ojos bien abiertos.
-¿Vocé está seguro de lo dicho?- intervine, con un chori en la mano.
-“Eu falando con la miniha”- contestó el Pai con cierto fastidio, me despejó con su gruesa mano y se marchó.
Los ánimos estaban caldeados, la señora del mostrador se olvidó de mi vuelto y la segunda vez, llenó mi vaso sólo hasta la mitad. Nadie nos daba demasiada bola, así que decidimos recorrer el predio en busca de nuevos testimonios.
Lito, joven de 25 años, remera de “La 25”, estuvo presente en esa misma esquina junto a sus amigos cuando se produjo la explosión. “Estábamos el pity, el gordo, el colo y yo, tomando una cerveza en el kiosco de Hugo y de repente vimos una bola roja que atravesaba el firmamento. El colo lo filmo con su celular, hay pruebas, pero la policía dice que lo bajamos de internet, que es todo trucho, podrán decir lo que quieran, pero yo lo vi con mis propios ojos.”
El pity, 32 años de edad, empleado, agregó: “ A las cinco de la mañana cayeron al barrio cinco autos negros con vidrios polarizadoscon patente de la NASA, recolectaron algunos elementos de la casa destruida y se marcharon.”


Nota de los Editores: Como profesionales que somos queremos decir a nuestro lectores que todos los testimonios que están en esta crónica son completamente reales, a excepción de los nombres de los testigos y el diálogo del Pai, todo lo demás es cierto. Lo que pusimos son comentarios que circulan entre los vecinos. Como también es cierto que fuimos al lugar donde se produjo la misteriosa explosión. Hay unanimidad en la opinión de la mayoría de los vecinos que la explosión no fue producto del escape del gas, ya que la casa estaba como hundida, y llego a volcar autos y a escucharse el ruido hasta la localidad de Temperley. Por lo tanto, la única hipótesis que queda descartada para Escondete! es la del escape de gas.
Seguiremos investigando, cualquier novedad, informaremos.
Hemos dicho: Escondete!

2 comentarios:

Julia dijo...

Yo sabía que algo raro estaba pasando...

griselda méndez mauro sartirana dijo...

ay july cuando nos juntamos a comer tu lemon pie superlativo! abrazos muy grandes y cuando andes por el sur avisá