La batalla del Monte Longdon
Las voces inglesas se expanden y multiplican sobre la turba fría, como el ruido ahogado de la muerte en la noche brillante.
Agazapados bajo la tierra, dos soldados argentinos, no fuman, no se mueven, no se dicen nada, cambian silencio por silencio y miran hacia lo alto.
Soldados argentinos sólo conocidos por Dios
En el cementerio de Darwin caen lágrimas del cielo gris perla sobre las tumbas de dos muchachos argentinos que solo Dios veló.
No hay comentarios:
Publicar un comentario