Leyendo un libro que le llegó a Grisel por intermedio de su padre, que se llama “Los libros
que cambiaron el mundo” del autor Robert Downs, en el capítulo que hace
referencia a “Mi lucha”; me enteré, para mi asombro, que Adolf Hitler
nació en Austria, en un pueblo llamado Branau, que limita junto a un río
fronterizo con Alemania. Yo no sabía que el Fúhrer era austríaco. Tanto que se
la daba de alemán puro, al final era austríaco. Según cuenta el autor, Hitler tuvo
una vida juvenil llena de fracasos y frustraciones. Según Robert Downes, Adolfito era un
inadaptado social. Luego de terminar el período escolar, Hitler quiso
pertenecer a la clase media vienesa, pero evidentemente fracasó en todos sus
intentos. Quiso ser artista, pero no tuvo ningún tipo de reconocimiento. Luego
intentó ser arquitecto, pero la suerte
lo esquivó nuevamente. Esto comprueba que Adolf Hitler quiso
pertenecer a la clase media vienesa y que su falta de cultura y talento se lo
impidieron. Cuando leí estas líneas sobre la vida de Hitler, me cayó la ficha que
uno de los motivos del odio social y racista es producto de una causa psicológica.
Como diría Pierre Bordieu, el fuhrer quiso acceder a cierto capital simbólico,
para lograr cierta legitimidad o autoridad social, pero al no poder conseguirlo,
se convirtió en el sujeto social más resentido de toda la historia de la
humanidad. Tengo un compañero de trabajo que es homofóbico, cada vez que viene
un cliente travesti a la agencia, que se llama Eugenia, a pagar la cuota de su
crédito. Mi compañero homofóbico la llama Eugenio peyorativamente. Yo creo que
uno de los motivos psicológicos de su fobia a otras personas de distinta
orientación sexual se debe a su miedo de no pertenecer al grupo de parejas
heterosexuales. Ya que él no tiene pareja, y según su percepción enferma esto
puede generar ciertas sospechas. La
mayoría de las personas buscan descalificar a las personas distintas para
afirmar su identidad, frente al resto. Generalmente suelen ser personas inseguras
y con un montón de problemas no resueltos como todos nosotros. Yo iba a una
escuela confesional y recuerdo que impedían el ingreso al colegio de aquellos
chicos que no habían sido bautizados. Esto me pareció horroroso cuando tome conciencia.
Debe ser por este motivo que con Grisel nunca bautizamos a nuestra hijita. Los
ejemplos se multiplican, estoy cansado de todas esas personas que quieren cagar
más alto que el culo. En mi vida cotidiana me veo rodeado de personas que
descalifican a las personas en situación de pobreza. Hay un concepto de Pierre
Bordieu que me explicó muy pacientemente Griselda que habla de este tema. El capital simbólico vendría a ser todo
aquello por lo cual, luchan, participan y compiten los agentes sociales en
diferentes campos. El capital simbólico funcionaria como el botín de guerra
para estos participantes. Nadie lo alcanza plenamente pero muchos lo ostentan,
y aunque algunos lo desprecien durante toda su vida, no se privan de echártelo en
cara cuando las papas queman. En este camino por acceder al capital simbólico, las clases sociales suelen identificarse con
las clases altas más próximas, “los del
chalet de la esquina”. Es muy común el ejemplo del tío que empieza a jugar al golf,
o la pareja amiga que prepara sushi, deportes, vacaciones y comidas funcionan
como signos de distinción de clase.Pero como todo signo tiene dos caras, aunque
logre comprarse la joya más cara, el pequeño burgués no deja de sentirse como un carterista. Como un
profanador de aquello que no le pertenece.
miércoles, 13 de agosto de 2014
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